Gran vencedor de las elecciones legislativas, Benjamin Netanyahu lanzó las negociaciones con sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha con vistas a formar un gobierno que podría ser el más derechista de la historia de Israel, lo que suscita inquietudes internacionales y locales.
“¿A dónde van?” titula este viernes el Yediot Aharonot, el diario más vendido en Israel, con las fotos Netanyahu, imputado por corrupción, y la estrella emergente de la extrema derecha, Itamar Ben Gvir.
Con 64 escaños sobre un total de 120 en la Kneset (Parlamento), el bloque de derecha de Netanyahu –que dejó el poder en junio de 2021 tras 12 años de reinado continuo– ganó las elecciones del martes.
Su partido, el Likud, obtuvo 32 escaños, sus aliados ultraortodoxos, 18, y la alianza “Sionismo religioso”, 14, un récord para la extrema derecha.
“Este va a ser un gobierno sin precedentes” augura en el Yediot Aharonot la cronista política Sima Kadmon. “La mayoría de las carteras importantes estarán entre manos de fanáticos (…) Todo el mundo sabe que si solo una fracción de lo que ha sido prometido se cumple, este va a ser un país diferente”.
Enfrente, el campo “anti-Netanyahu” liderado por el primer ministro saliente Yair Lapid (centrista) obtuvo 51 escaños.
– Violencia –
El anuncio el jueves por la noche de los resultados de las legislativas –las quintas en tres años y medio– se produce en un contexto de rebrotes de violencias israelo-palestinas.
La aviación israelí anunció que el viernes temprano realizó bombardeos contra “lugares militares” en la Franja de Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde este territorio palestino contra su territorio. Y el jueves, cuatro palestinos murieron a manos de las fuerzas israelíes en Cisjordania y en Jerusalén, entre ellos el autor de un ataque y un combatiente.
Según la ley electoral israelí le corresponde ahora al presidente de Israel, Isaac Herzog, que tiene un rol principalmente simbólico, encargar al líder político con más posibilidades que forme gobierno, y seguramente será Netanyahu. Entonces, se abre un plazo de 42 días para formar un ejecutivo .
Pero, según la prensa israelí, el bando de Netanyahu no esperó tener luz verde de manera formal y el exprimer ministro encargó a Yariv Levin, uno de sus aliados más cercanos, que inicie unas conversaciones que se anuncian complejas, especialmente con la formación Sionismo Religioso.
El jefe de este partido, Bezalel Smotrich, ya indicó que quiere la cartera de Defensa, y su número dos Itamar Ben Gvir, la de Seguridad Pública, dos puestos claves del gobierno en plena tensión entre israelíes y palestinos.
Entre los ultraortodoxos, el jefe del partido sefardí Shass, Arieh Dery, reforzado por sus 11 escaños, aspira al ministerio de Finanzas o del Interior. Dery fue declarado culpable de fraude fiscal en 2021 y antes estuvo encarcelado por corrupción.
– “¡Quien manda!” –
Pero Netanyahu es consciente de que propulsar a tales personalidades puede “dañar” sus relaciones internacionales, estima Shlomo Fischer, del Jewish People Policy Institute de Jerusalén.
Netanyahu “es muy prudente, no quiere perder su legitimidad internacional (…) Podría ampliar su coalición para minimizar la influencia” de estos socios.
Mientras Ben Gvir hace llamados para usar la fuerza contra los palestinos, y “mostrar quien manda”, Estados Unidos dijo antes del anuncio de la victoria de Netanyahu que espera que “todos los altos cargos israelíes van a seguir compartiendo los valores de una sociedad abierta, democrática y tolerante con respeto a la sociedad civil, en especial a los grupos minoritarios”.
Cuando fue primer ministro antes de 2021, Netanyahu se había distanciado de los aliados históricos de Israel en el seno del partido demócrata del presidente estadounidense Joe Biden, y había en cambio trabajado en estrecha colaboración con el exmandatario republicano Donald Trump.