Durante las recientes tormentas que azotaron California, los amantes de la naturaleza contuvieron la respiración: ¿sobrevivirían las mariposas monarca en plena hibernación?
En ese estado de la costa oeste de Estados Unidos, estos insectos de alas coloridas que viajan cada año grandes distancias son monitoreados de cerca desde que estuvieron a punto de extinguirse hace solo tres años.
Apenas salió el sol una mañana de enero, voluntarios comenzaron a contar mariposas monarca, que para su tranquilidad, encontraron sobre cipreses y eucaliptos, agrupadas formando racimos alargados de color gris con manchas anaranjadas.
Stephanie Turcotte Edenholm contó más de mil mariposas en un santuario en Pacific Grove, a unos 200 kilómetros al sur de San Francisco.
Esta educadora acaba de pasar la mañana explicando la vida de las monarcas a alumnos de primaria. Los niños pudieron admirar el momento en que decenas de mariposas se alejaron volando, creyendo -erróneamente- que las moderadas temperaturas indicaban el final del invierno.
“Es demasiado pronto para que se agiten tanto, están agotando sus reservas de grasa”, dice con preocupación la naturalista.
“Si se aparean ahora, las hembras irán al valle en busca de algodoncillo para poner sus huevos. Pero esta planta (que es lo que comen las orugas bebés una vez que los huevos eclosionan) no crecerá hasta dentro de varias semanas”, señala.
– Riesgo de extinción –
A finales de noviembre, voluntarios contabilizaron más de 330.000 monarcas “occidentales”, la especie predominante en la costa oeste estadounidense, según la Sociedad Xerces para la Conservación de Invertebrados.
Un muy buen número en comparación con los apenas 2.000 ejemplares registrados a finales de 2020 y a los alrededor de 250.000 de 2021.
Pero todavía se está lejos de los millones observados en la década de 1980, debido a amenazas como la pérdida de hábitat, los pesticidas y el cambio climático, según Xerces.
Por estas razones, la monarca fue añadida el verano boreal pasado a la Lista Roja de Especies en Peligro de Extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Xerces también solicitó al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos que la coloque en su propia lista de especies en peligro de extinción y espera una respuesta positiva en ese sentido para 2024.
Eso facilitaría su tarea para lidiar con proyectos de promotores inmobiliarios que suponen la tala de árboles, que es donde se refugian las mariposas viajeras.
Pero, ¿por qué tanta inversión para proteger a esta mariposa?
“Es una cuestión filosófica. (…) No son polinizadoras cruciales. No perderíamos cultivos humanos ni plantas silvestres si desaparecieran las monarcas”, reconoce Emma Pelton, bióloga de Xerces.
“Pero perderíamos a las monarcas, insectos que hacen una migración realmente increíble y a los que la gente está muy apegada, emocional y culturalmente, en toda América del Norte”, añade.
Algunas especies viajan miles de kilómetros, desde Canadá hasta México.
– “Geniales” –
Bill Henry recuerda las nubes de mariposas que veía cuando era niño: “Era algo mágico, como en un sueño”.
El actual director de la asociación Groundswell Coastal Ecology, en Santa Cruz, otra localidad de la Bahía de Monterrey, defiende a las monarcas por principio y también por ser marcadores de la buena salud de un ecosistema.
Si a estas mariposas les va bien significa que disponen de “abundantes recursos para su alimentación y reproducción” y que, por lo tanto, “los ríos y las flores silvestres” están en buen estado, explica.
“También significa que no hay muchos obstáculos para su migración, como franjas donde se usan los pesticidas que las matan”, y que las temperaturas no han cambiado drásticamente”, lo que interrumpiría su ciclo de vida, añade.
En 2020, la casi total ausencia de mariposas monarcas en la costa provocó alarma en mucha gente, desde jardineros que plantaban algodoncillo hasta aficionados que criaban mariposas en sus casas, una práctica ilegal.
Pero es difícil encontrar el equilibrio adecuado para ayudar a la naturaleza.
A las monarcas les encantan los eucaliptos, por ejemplo, árboles que no son nativos de California y que consumen demasiada agua, en una zona muy afectada por sequías.
Llegado el caso, puede plantearse que haya que optar por reducir el riesgo de incendios forestales eliminando parte de la vegetación, lo que afectaría el hábitat de las mariposas.
Sería “una lástima”, dice Brody Robbins, un adolescente de Santa Cruz que junto a dos amigos decidió faltar a la escuela para tomar fotografías de mariposas monarca en uno de los sitios protegidos.
“Las mariposas son mucho más geniales que las lecciones de la Guerra Civil”, asegura el joven.