Los últimos grabadores de mahjong

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Concentrado y con el ceño fruncido, Cheung Shun king, uno de los últimos artesanos de este tipo en Hong Kong, grava con aplicación imágenes y caracteres chinos en fichas de mahjong.

Hacer fichas a mano para el popular juego chino alguna vez fue una fuente de ingresos para un gran número de personas. 

Pero la introducción de juegos producidos con máquinas, mucho más baratos, redujo su clientela y ha hecho de su oficio una rareza. 

La familia de Cheung era propietaria de cuatro talleres, en los que aprendió el trabajo cuando era adolescente.

Actualmente sólo queda un grabador de fichas y ese es él. “Lo he dado todo por esto”, afirma sobre su oficio el hombre de 70 años. “No sé si tendré la energía para continuar en un par de años, pero por ahora voy a seguir”, añade.

Su tienda está situada en una calle donde se alinean los salones de mahjong. Pero ninguno de ellos le compra sus fichas.

“Mis juegos de mahjong son caros”, reconoce. Un juego completo de fichas hechas a mano cuesta 5.500 dólares de Hong Kong (690 dólares estadounidenses), explica.

Mientras que el precio de un juego industrial máquina solo asciende a 2.000 dólares (250 dólares) aproximadamente.

– Una hora contra cinco días –

La diferencia entre el tiempo de fabricación explica esta diferencia. Una máquina industrial tarda una hora en lanzar un juego de mahjong. Cheung debe dedicar cinco días a grabar y pintar sus fichas.

Muchos de sus clientes compran sus juegos como recuerdo, y a menudo piden imágenes personalizadas en las piezas.

Recientemente, su clientela ha aumentado. Sin embargo, Cheung teme que este reciente resurgimiento del interés por las viejas tradiciones no sea más que un fenómeno efímero.

“En los últimos años la gente ha sentido un sentimiento de nostalgia”, dice. “Pero, ¿qué pasará si dentro de unos años nadie lo vive así?”, se pregunta.

No obstante, afirma estar decidido a trabajar hasta que se acabe la demanda. 

Si bien a veces organiza talleres para los jóvenes, su pesimismo en cuanto al futuro de su profesión le disuade de contratar aprendices.

“Aprender no es cuestión de un mes o dos. No funciona si usted no está dispuesto a invertir dos o tres años”, comenta Cheung.

“Y si después de todo este tiempo las fichas de mahjong hechas a mano ya no están de moda, esta habilidad será inútil”, lamenta.

Cheung Shun king no sabe jugar al mahjong. Sólo le interesa hacer las fichas. 

No se considera realmente un artista, aunque se siente “muy halagado” cuando se lo califica como tal.

“Si la gente dice que es arte, entonces es arte. Para mí, es mi trabajo y mi sustento”, resume.

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