Los automóviles nuevos que se venden en California tendrán que ser “cero emisiones” a más tardar a partir de 2035, según un texto aprobado en este estado, que encabeza los esfuerzos por una transición energética en Estados Unidos.
“Acelerar rápidamente el número de vehículos de cero emisiones en nuestras carreteras y autopistas reducirá sustancialmente las emisiones y la contaminación para todos los californianos, especialmente para aquellos que viven cerca de las carreteras y sufren de contaminación del aire constante”, dijo en un comunicado la presidenta de la agencia de calidad del aire de California, Liane Randolph.
La medida fue celebrada por ambientalistas, que esperan que pueda impulsar a otras regiones de Estados Unidos a adoptar rápidamente los vehículos eléctricos.
Las normas, anunciadas por la Junta estatal de Recursos Atmosféricos, exigen que un porcentaje cada vez mayor de nuevos autos vendidos a los 40 millones de habitantes de California no produzcan contaminantes de tubo de escape, hasta llegar a su completa prohibición dentro de 13 años.
“El plazo es ambicioso pero alcanzable: para el momento en que un niño nacido este año esté listo para entrar a la secundaria, solo vehículos cero emisiones o un número limitado de híbridos enchufables (PHEV) nuevos estarán a la venta en California”, precisó el comunicado de la agencia.
La directiva, a la que se le encomendó la tarea de encontrar una forma de implementar la orden del gobernador Gavin Newsom para la transición del sector automovilístico del estado, dijo que los beneficios ambientales y de salud serían significativos.
“Para 2037, la regulación aportará un 25% en la reducción de la contaminación causante del esmog proveniente de los vehículos ligeros”.
“Esto beneficia a todos los californianos, pero especialmente a las comunidades del estado más aquejadas ambiental y económicamente a lo largo de autopistas y otras vías muy transitadas”.
“Desde el 2026 hasta el 2040 la regulación resultará en impactos acumulativos de salud evitados (…) incluyendo 1.290 muertes cardiopulmonares menos, 460 ingresos hospitalarios menos por enfermedades cardiovasculares o respiratorias y 650 visitas menos a la sala de emergencias por asma”.