La reciente cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) por parte del gobierno estadounidense enciende alarmas en Honduras, donde miles de familias se preparan para el retorno de sus seres queridos en condiciones económicas y sociales precarias.
El debilitamiento de las relaciones diplomáticas entre Honduras y Estados Unidos —considerado históricamente su principal aliado— genera preocupación entre analistas, líderes sociales y ciudadanos.
La tensión entre ambos países, atribuida por críticos a posturas radicales y simpatías del gobierno hondureño hacia regímenes autoritarios, podría tener repercusiones significativas en los flujos migratorios, la cooperación internacional y la estabilidad económica nacional.
IMPACTO FAMILIAR Y SOCIAL

Con la finalización del TPS, se estima que miles de hondureños que habían establecido sus vidas en EE. UU. deberán regresar a un país marcado por altos índices de desempleo, inseguridad y corrupción.
“Esta decisión es un golpe duro para la economía hondureña, y más aún para familias que dependen de las remesas enviadas por sus seres queridos en el extranjero”, señala un experto en migración.
Diversos sectores han manifestado su preocupación ante lo que consideran una crisis humanitaria en gestación.
La falta de oportunidades y el clima de incertidumbre hacen temer que el retorno de los compatriotas se traduzca en vulnerabilidad social y aumento de la pobreza.