El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, lanzó una advertencia contundente ante el Consejo de Seguridad: Haití atraviesa una “tormenta perfecta de sufrimiento” mientras la comunidad internacional permanece “vergonzosamente indiferente”.
La declaración se produce en medio de una escalada de violencia que ha dejado a Puerto Príncipe, la capital, prácticamente bajo control de bandas armadas.

Más de un año después del despliegue de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS), liderada por Kenia, la situación en el país caribeño se ha agravado. De los 2.500 agentes prometidos, apenas 1.000 han sido enviados, 700 de ellos kenianos. La falta de recursos y coordinación ha limitado el impacto de la misión, mientras los grupos criminales consolidan su poder territorial.
“La autoridad estatal se desmorona. Las pandillas devoran Puerto Príncipe y paralizan la vida cotidiana. Familias enteras huyen, los hospitales y escuelas son blanco de ataques, y el estado de derecho ha colapsado”, denunció Guterres. A esto se suman informes alarmantes de violencia sexual, secuestros y asesinatos masivos.
En respuesta, siete países —entre ellos Estados Unidos— solicitaron al Consejo de Seguridad reforzar la MSS. La embajadora interina de EE. UU. ante la ONU, Dorothy Shea, propuso crear una fuerza especializada contra las pandillas y una oficina de apoyo logístico y financiero bajo el paraguas de Naciones Unidas.

La crisis política que se desató tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 sigue sin resolverse. El Consejo Presidencial de Transición enfrenta acusaciones de corrupción y no ha logrado establecer un calendario electoral. Mientras tanto, más de 1.3 millones de haitianos permanecen desplazados, y al menos seis millones necesitan ayuda humanitaria urgente.
Guterres concluyó con un llamado a la acción: “No podemos permitir que Haití se hunda en el olvido. La dignidad de su pueblo exige una respuesta inmediata y sostenida”.