Un padre de familia y sus dos hijos, entre estos un pequeñito de ocho años, fueron ultimados a balazos por desconocidos y luego les prendieron fuego en la aldea Chupacay, caserío Las Trancas, en el municipio de San Miguelito, en Intibucá.
Las víctimas son el jefe de familia José Adín Vásquez y sus retoños, Jimmy (8) y Genaro Vásquez (20), mientras que la cónyuge, Nolvia Orellana, sobrevive de milagro en un centro asistencial hasta donde fue llevada con heridas en partes vitales del cuerpo.
Mediante una denuncia interpuesta ante la sede policial de la zona primero se reportó un solo crimen, pero cuando las autoridades llegaron al inmueble reducido a cenizas, descubrieron la macabra escena con cadáveres calcinados, uno en el interior y dos tenidos en la parte externa de la casa, cerca de una motocicleta.
El informe preliminar de la Policía establece que las víctimas fueron objeto de una persecución entre disparos, la medianoche del sábado y luego fueron quemados vivos en la residencia donde se habían refugiado.
Pobladores de esa zona occidental reaccionaron alarmados por este episodio violento en una comunidad que se caracterizaba por ser laboriosa, sencilla y una de las más pacíficas del territorio hondureño.
Mientras, un equipo de la Policía Nacional se desplazó de inmediato al lugar para proceder con la investigación, sin embargo, hasta ayer no tenían claro el móvil de esta matanza, así como la identidad de los homicidas, aunque se sospecha que residen en Chupacay.
Sin embargo, los investigadores tenían la confianza de conocer detalles precisos sobre este hecho sanguinario con la entrevista a la compañera de hogar de José Vásquez, hospitalizada bajo resguardo policial. Los tres cadáveres fueron transportados en la paila de un vehículo hasta el Centro de Ciencias Forenses de Tegucigalpa para profundizar en la investigación a través de los resultados de la autopsia.