SAN PEDRO SULA. — Con lágrimas en los ojos y el corazón dividido, Marcos Tulio Mejía, un hondureño residente en Florida, decidió autodeportarse tras 22 años de lucha migratoria en Estados Unidos.
El 6 de septiembre, a las 6:00 a.m., abordó un vuelo desde el Aeropuerto Internacional de Orlando rumbo a San Pedro Sula, evitando así una detención forzosa y los riesgos de abuso en centros migratorios.
Mejía emigró en 2004 en busca del sueño americano.

En Florida, fundó una empresa de pintura que hoy emplea a más de una docena de trabajadores. Sin embargo, un olvido marcó su destino: hace dos décadas, no asistió a una cita con los Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), lo que le impidió regularizar su estatus legal.
“Prefiero salir por mis propios medios, con el corazón tranquilo, a que me arresten y me lleven en contra de mi voluntad”, declaró Mejía a Telemundo Noticias. Su partida fue marcada por una dolorosa despedida de su esposa y cuatro hijos, quienes permanecen en Estados Unidos.
A su llegada a Honduras, fue recibido por su madre en un emotivo reencuentro tras más de dos décadas de separación. “Estoy feliz de tener a mi padre aquí conmigo”, expresó Mejía, quien ahora reside en el departamento de Colón.

Su esperanza está puesta en una solicitud de reagrupación familiar que su esposa presentó ante las autoridades migratorias estadounidenses. De ser aprobada, podría permitirle regresar legalmente y reunirse con su familia.
“Todo depende de la petición familiar de mi esposa, que esperemos tenga un efecto positivo”, comentó con optimismo.
El caso de Mejía se suma a una creciente ola de autodeportaciones voluntarias, impulsadas por nuevas políticas migratorias que buscan evitar sanciones severas y facilitar futuras solicitudes legales.