Trabajadores ratifican su apoyo a Presidenta Xiomara Castro

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En una completa luna de miel con el gobierno, sin los disturbios ni las agresivas pancartas de otros años y olvidándose de su propia agenda de lucha, los trabajadores- casi todos empleados públicos y simpatizantes del partido Libertad y Refundación (LIBRE) -marcharon ayer en todo el país, conmemorando el Día Internacional del Trabajo.

En la capital, sin la masiva convocatoria de otras fechas y con dos años inactivos por la pandemia del coronavirus del covid-19, los trabajadores desfilaron a partir de las 8:00 de la mañana desde el sector de La Granja, al sur de la ciudad, hasta el Parque Central, otrora escenario de batallas campales y convertido ayer en todo un oasis de felicidad y paz.

Iguales reportes tuvieron las celebraciones en otras ciudades, como Santa Rosa de Copán, Comayagua, Danlí, Choluteca, Tela, Juticalpa y La Ceiba, donde los trabajadores rindieron honor a los “Mártires de Chicago” de los Estados Unidos, cuna del movimiento obrero mundial desde 1886.

Por primera vez en Honduras, la conmemoración ocurre con un gobierno afín a la clase obrera. Desde 1980, estas celebraciones fueron verdaderas jornadas de protestas contra la administración liberal o nacionalista, que manejaron el destino del país hasta el 2022.

De ahí, que los trabajadores de todos los sectores sociales, descargaban su arsenal de demandas reivindicativas con encendidos discursos de condena, creativas carrozas, pancartas, grafitis en edificios públicos y violentas confrontaciones con la policía.

En contraste, esta vez, los dirigentes populares terminaron fundidos en abrazos con la presidenta Xiomara Castro y su esposo, el ex mandatario, Manuel Zelaya Rosales, quienes se robaron el protagonismo de la marcha con sendos mítines en San Pedro Sula y Tegucigalpa, respetivamente, como en sus mejores momentos de campaña política.

PRESIDENTA POPULAR

Vestida de jean, chaqueta caqui, su acostumbrado sombrero de ala ancha y gafas de aviador, la mandataria apareció en la Plaza de las Banderas de la Primera Avenida de la ciudad industrial como a las 10:15 de la mañana, acompañada del titular del Congreso, Luis Redondo y otros políticos locales, convirtiendo la festividad obrera en un auténtico mitin de campaña.

“Soy la primera trabajadora de la patria y me inclino ante ustedes clase trabajadora, motores de la historia y de la riqueza nacional”, dijo Castro en su discurso al tiempo que destacó la derogación de la Ley del Empleo por Hora, como su principal logro en sus 100 días de gestión.

En el acto, la mandataria le entregó al secretario de la Confederación de Trabajadores de Honduras (CUTH), Joel Almendárez, una copia del decreto publicado en el diario oficial La Gaceta en medio de los aplausos de sus simpatizantes de Libre.

La mandataria aprovechó el acto para recordar su triunfo electoral del 27 de noviembre del 2021 y el decisivo respaldo de los sampedranos en ese momento. Prometió gobernar de la mano de la clase obrera con énfasis en reducir la pobreza y apoyo a las mujeres.

“ME ESTÁN BOLSEANDO”

Casi a la misma hora, en la capital, el esposo de la gobernante se apoderó del Parque Central, con un séquito de seguidores y miles de simpatizantes de su partido. A bordo de un Jeep todo terreno, Zelaya llegó a la Concha Acústica de la plaza central para juntarse con los sindicalistas en camino desde el sur de la ciudad, como habían acordado en la previa de la jornada.

Soslayando su propia agenda y los flagelos permanentes del país, como el alto costo de la canasta básica, el galopante desempleo y la inseguridad, la dirigencia popular le cedió la conducción del acto al ex gobernante, quien ni corto ni perezoso aprovechó para explotar la propaganda del gobierno de su esposa. 

“Cayó la cabeza de la dictadura, pero la dictadura sigue en Honduras, se llevaron a la cabeza del cartel, pero el cartel sigue en Honduras”, dijo Zelaya en alusión a la extradición del ex presidente Juan Orlando Hernández, la consigna más repetida en las pancartas de los trabajadores.

Los trabajadores sampedranos construyeron un gigantesco avión de cartón con las iniciales de la DEA en recuerdo del traslado del ex gobernante a Nueva York, donde guarda prisión por narcotráfico.

Fue el ex mandatario y no los dirigentes obreros el que denunció el modelo neoliberal imperante en el país, otro de los discursos en los gobiernos de izquierda como está etiquetado actual.

“Hay que combatirlo, vienen cosas mejores, Xiomara está con ustedes, este es un triunfo del pueblo hondureño, y les va a cumplir cada una de sus promesas”, agregó.

Para no variar su modo jocoso, el ex mandatario interrumpió su discurso por varios segundos y volviendo su vista atrás, como buscándose algo en las bolsas de los pantalones, dijo, entre risas, que lo estaban “bolseando” (sacándole la cartera).

Los simpatizantes de Libre, que lo rodeaban, apiñadamente, haciéndole de “guaruras”, y el resto de la concurrencia soltó en carcajada.

“Sí, es que alguien me estaba metiendo la mano a la bolsa de atrás pero ando la cartera enfrente”, agregó.

Retomando su intervención, se despidió con un “hasta la victoria, siempre”, mientras varios dirigentes lo sucedieron con sus discursos particulares en el estrado, que tenía de fondo una gigantesca manta roja con la leyenda “Poder Popular”.

MARCHA CÍVICA


También hubo para unas “heladas”, por la calor.

En Tegucigalpa, la marcha reunió a los tradicionales sindicatos de las instituciones públicas como INA, INFOP, IHSS, ENAG, SALUD, INSEP, HONDUTEL, SANAA, INJUPEMP, BANASUPRO, HONDUCOR y los colegios magisteriales, Pricphma, Colprosumah, Coprumh, Colpedagoso y Copemh.

Con grandes vacíos a lo largo del recorrido, también desfilaron algunas organizaciones no gubernamentales, colectivos feministas, estudiantes, patronatos y unos cuantos sindicatos privados, como el de las bebidas y similares (STIBYS), otrora terror de edificios públicos pero que esta vez fue todo un derroche de civismo.

Por primera vez, se salvaron de grafitis la sede del Partido Nacional, ubicado en el camino de la marcha, la Catedral Metropolitana y las comidas rápidas, los inmuebles donde los grupos radicales descartaban su furia durante los 12 años de los gobiernos nacionalistas.

Sin enfilar baterías contra nadie y casi todas con la fotografía de la presidenta Castro en sus grandes pancartas, los sindicalistas exigieron sus demandas puntuales.

Los médicos pidieron el pago de salarios retrasados y la permanencia para sus colegiados, mientras que otros exigían mejoras económicas en su contrato colectivo.

Los maestros, en cambio, abogaban por las mejoras de las pensiones. El alto costo de la vida y los combustibles, medicinas en los hospitales y protección del medio ambiente, fueron otros de los reclamos. No se presentaron grupos de la oposición política, ni tampoco reclamos por los despidos masivos de empleados públicos. Casi a las 12 del mediodía, la marcha estaba disuelta y un grupo de trabajadores de la alcaldía capitalina, los últimos del desfile, honraban el día internacional, limpiando el camino.

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