La tormenta tropical Bonnie se formó al suroeste del mar Caribe con rumbo hacia las costas de Nicaragua y Costa Rica, que colocaban a su población vulnerable a buen recaudo ante la previsión de lluvias y vientos hasta el sábado.
“Bonnie se ha formado y se prevé que toque tierra esta noche (viernes). Se espera que las fuertes lluvias causen inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra en Nicaragua y Costa Rica”, dijo el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos en su más reciente reporte.
Bonnie se localiza a 315 kilómetros al este de Bluefields, en la costa caribeña de Nicaragua.
El ciclón avanza a 31km/h y se espera que atraviese Nicaragua y Costa Rica con vientos y lluvias a partir del viernes y el sábado hasta salir al océano Pacífico, donde el pronóstico es de que se fortalezca y pueda convertirse en huracán.
Según el CNH, con estas nuevas proyecciones, el gobierno de Nicaragua desactivó la “vigilancia de huracán” para la costa del Caribe y emitió un “aviso de tormenta tropical” para la costa del Pacífico.
En tanto Costa Rica elevó el estatus de “vigilancia de tormenta tropical” a “alerta” para una parte de su costa en el Pacífico.
En Bluefields, una importante ciudad portuaria de casi 60.000 habitantes, continuaban las medidas de prevención.
Pobladores de comunidades de Río Maíz y Monkey Point, al sur de Bluefields, se trasladaron en la noche del jueves a albergues que las autoridades han establecido en esa ciudad para resguardarse de la tempestad.
“Vamos a buscar refugio a un caño [río pequeño] que está al oeste de Bluefields , se van todos los barcos de carga y pesqueros que están aún en el muelle”, dijo este viernes a la AFP Jorge Delgadillo, dueño de una embarcación.
Las medidas preventivas se han adoptado también en ciudades que están en la trayectoria de la tormenta cuando atraviese el país y salga por el Pacífico.
En Cárdenas y Rivas, por donde debería salir Bonnie el sábado, también han adoptado medidas preventivas en áreas vulnerables a inundaciones.
En noviembre de 2020 los huracanes Eta y Iota golpearon a Centroamérica en un lapso de 15 días de diferencia uno con otro. Ambos fenómenos dejaron al menos 244 muertos por deslaves e inundaciones y 2,5 millones de afectados