Ciudad Juárez/Tapachula. — La Navidad de este año se convirtió en un episodio de dolor y nostalgia para cientos de migrantes hondureños que permanecen en tránsito en México.
Entre albergues saturados, calles inhóspitas y cuartos improvisados, las familias vivieron las fiestas lejos de sus hogares, sin certezas sobre su futuro migratorio y bajo la sombra de políticas cada vez más restrictivas.
En la frontera norte, especialmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, migrantes que intentaron independizarse regresaron a albergues como Pan de Vida tras no poder conseguir empleo ni vivienda por la falta de documentos legales.
La situación se agravó por las medidas migratorias impulsadas por el presidente estadounidense Donald Trump, que han reducido las posibilidades de solicitar asilo y endurecido los cruces fronterizos.
“Me complace felicitar al presidente electo Nasry Asfura por su clara victoria durante nuestra llamada telefónica de hoy. Estados Unidos espera fortalecer nuestra sólida alianza con Honduras para beneficio de ambos países y de la región, incluyendo la expansión de los lazos económicos”, posteó en su cuenta de X.
Migrantes como Lida Reyes, originaria de Honduras y madre de tres hijos, relataron que la Navidad estuvo marcada por la tristeza de no compartir con sus seres queridos.

“Recordamos las comidas especiales y los fuegos artificiales de nuestra tierra, pero aquí solo tratamos de mantener la esperanza”, expresó.
En la frontera sur, en Tapachula, Chiapas, la coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados señaló que estas fechas intensifican la carga emocional de los migrantes, quienes enfrentan largas esperas para regularizar su situación y sobreviven en condiciones de hacinamiento.
Muchos provienen de Honduras, Cuba y otros países centroamericanos, y describen la Navidad como un momento especialmente difícil, donde la distancia y la falta de recursos se hacen más evidentes.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que más de 304 millones de personas viven fuera de sus países de origen en 2024, y México se ha convertido en un corredor clave para quienes buscan llegar a Estados Unidos. Sin embargo, la falta de políticas de integración y las barreras administrativas han dejado a miles atrapados en un limbo migratorio.
A pesar de las adversidades, algunos migrantes intentaron mantener el espíritu navideño compartiendo alimentos y pequeños gestos de solidaridad entre compañeros de viaje. “Aunque estemos lejos, tratamos de celebrar con lo poco que tenemos, porque la esperanza es lo único que nos queda”, comentó un migrante cubano en Tapachula.
La pesadilla navideña de los migrantes hondureños refleja una crisis estructural que exige respuestas urgentes. Organizaciones humanitarias insisten en que se deben garantizar derechos básicos, acceso a empleo y protección internacional, mientras las comunidades fronterizas continúan siendo testigos de un drama humano que se repite cada año.