Con una tristeza en sus rostros, compatriotas hondureños ingresaban al aeropuerto de San Pedro Sula, pues sus esfuerzos por buscar una mejoría en los Estados Unidos, quedó truncada, pues ahora pasan a formar parte del batallón de desempleados en Honduras.
Al menos 133 hondureños, divididos en varios grupos, llegaron al aeropuerto Ramón Villeda Morales, en La Lima, Cortés, tras ser deportados desde Estados Unidos.
El grupo es parte de un vuelo de compatriotas retornados del estado de Houston, Texas, y llegaron al aeropuerto Villeda Morales.

Aunque la situación actual en el país de difícil y abandonaron sus sueños de buscar una vida mejor en Estados Unidos, algunos de estos ciudadanos se mostraron felices de poder volver a pisar su tierra natal.
“Vengo desde Kansas, Missouri”, dijo uno de los hondureños, quien dijo que dejó hasta su ropa botada y ahora llega a Honduras con las manos vacías, así como me fui.
Con sacos, mochilas y bolsas de plástico, estos compatriotas lograron traer algunas de sus pertenencias con las que se encontraban al momento de su detención, pues desde que están en manos de las autoridades, son esposados y llevados a diferentes cárceles.
¿Cómo te atreves a justificar la situación de miseria de tus propios hermanos migrantes en estos tiempos de zozobra?

Como dice el refrán; el mejor producto acabado del capitalismo es el pobre de derecha. Es decir, aquel que carece de conciencia de clase y que cree que leyendo libros de éxito gringo algún día será rico.
Pretender ser alguien que no somos. Querer parecer con rostro de quienes crecen comiendo frijoles, mientras ignoramos nuestras raíces y los desafíos de nuestra gente, no contribuye al bienestar de nuestra nación.
Solo cuando las políticas antiinmigrantes afecten directamente a nuestras familias indocumentadas, muchos comprenderán la gravedad de estas acciones y la importancia de alzar la voz.

Debemos decidir si estamos del lado de nuestros hermanos, víctimas de redadas injustas y racistas, o si preferimos ser cómplices, celebrando su opresión como quien se conforma con un plátano para calmar el hambre.
Nuestra responsabilidad es defender los derechos de nuestros compatriotas, recordando que la solidaridad y la justicia son pilares fundamentales para construir un país y un mundo mejor.