TEXAS, EE. UU. – Las inundaciones repentinas que azotaron el estado de Texas durante el fin de semana del 4 de julio han dejado al menos 104 personas fallecidas, incluyendo 28 menores que se encontraban en el Camp Mystic, un campamento cristiano ubicado junto al río Guadalupe.
El desastre, calificado por el presidente Donald Trump como una “catástrofe no vista en 100 años”, provocó la devastación de varias comunidades, especialmente en el condado de Kerr, el más afectado.
La subida repentina del río arrastró a niñas y guías mientras dormían, dejando escenas de desolación.
Mantas, juguetes y pertenencias personales fueron halladas cubiertas de lodo, mientras helicópteros, embarcaciones y perros de rescate se unían a la búsqueda de desaparecidos.
Algunos voluntarios acudieron desde otras regiones del estado para apoyar a las familias afectadas.

“El último mensaje que recibimos fue ‘Nos está arrastrando el agua’”, relató un colaborador.
Las autoridades meteorológicas han advertido que continúan las lluvias sobre terrenos saturados, lo que mantiene alto el riesgo de nuevas inundaciones. El gobernador Greg Abbott instó a la población a mantenerse alerta, mientras los servicios de rescate siguen trabajando en condiciones complicadas.
La tragedia ha desatado también un debate sobre la falta de sistemas de alerta eficaces.
Residentes locales, como la madre Nicole Wilson, lanzaron peticiones para modernizar las sirenas y protocolos de emergencia, argumentando que unos minutos más de aviso podrían haber evitado muchas muertes.
La Casa Blanca confirmó que el presidente Trump visitará Texas el viernes y defendió la actuación del Servicio Meteorológico Nacional ante las críticas. El mandatario firmó una declaración de “catástrofe grave” para liberar recursos federales en apoyo a la población.
Texas vive un momento de luto nacional, mientras familias enteras enfrentan el dolor de una tragedia que ha conmovido al país.