Lisboa vive días de luto tras el trágico accidente, cuando el emblemático funicular de la Gloria se descarriló y se estrelló contra un edificio en la Avenida de la Libertad, dejando un saldo de 16 muertos y al menos 21 heridos.
Según el último balance divulgado este viernes por las autoridades portuguesas, entre las víctimas mortales se cuentan cinco ciudadanos portugueses y once extranjeros: tres británicos, dos surcoreanos, dos canadienses, una francesa, un suizo, un estadounidense y un ucraniano. Entre los heridos, varios permanecen en estado crítico, y se ha confirmado la presencia de al menos once extranjeros entre los lesionados.
El funicular, inaugurado en 1885 y declarado monumento nacional en 2002, conecta la plaza de los Restauradores con el Bairro Alto, siendo uno de los transportes turísticos más icónicos de la capital lusa. El accidente ocurrió en plena hora vespertina, cuando el vagón descendió sin control por la empinada cuesta y colisionó violentamente contra un inmueble, provocando una escena de caos y destrucción.

Entre los portugueses fallecidos figuran cuatro trabajadores de una institución de asistencia social ubicada en la parte alta del recorrido, quienes regresaban de sus labores al momento del siniestro.
Las causas del accidente aún no han sido esclarecidas. La principal hipótesis apunta a la rotura del cable de seguridad, posiblemente vinculada a fallos en el mantenimiento del sistema, según adelantó la Agencia de Investigación de Accidentes Ferroviarios. La empresa Carris, responsable del transporte, ha defendido sus protocolos, mientras se desarrolla una investigación judicial y técnica.
El presidente Marcelo Rebelo de Sousa y el primer ministro Luís Montenegro expresaron su pesar y decretaron luto nacional. El alcalde Carlos Moedas calificó el hecho como “una tragedia sin precedentes” y exigió una auditoría independiente.
Lisboa llora a sus víctimas mientras se reabre el debate sobre la seguridad del transporte público en zonas turísticas.