Europa atraviesa una intensa y temprana ola de calor que ha encendido alertas en numerosos países y provocados cierres de escuelas y monumentos. París se encuentra en alerta roja por primera vez en cinco años ante temperaturas que superan los 40 °C en algunas regiones francesas.
Esta emergencia climática ha obligado al cierre del último piso de la Torre Eiffel, mientras en Bruselas, el emblemático Atomium también cerró por el sobrecalentamiento de sus estructuras.
El fenómeno afecta gran parte del continente, con alertas activas desde Portugal hasta Grecia, incluyendo Alemania, Austria y Suiza. La ONU calificó este tipo de eventos como “asesino silencioso” por su impacto letal, especialmente entre poblaciones vulnerables.

Científicos advierten que el cambio climático intensifica estas olas, haciendo que sean más frecuentes y extremas. Samantha Burgess, climatóloga del observatorio europeo Copernicus, subraya que este episodio recuerda las olas de calor de 2003 y 2022, que causaron decenas de miles de muertes prematuras.
España registró su junio más cálido de la historia con una media de 23,6 °C, superior a los promedios habituales de julio y agosto.
En Portugal, se alcanzaron los 46,6 °C en la ciudad de Mora, estableciendo un nuevo récord para ese mes. En Alemania, se espera un pico térmico de hasta 40 °C esta semana, y muchos escolares disfrutan de “hitzefrei”, una antigua práctica que permite suspender clases por calor. En los Países Bajos, escuelas en Róterdam adelantaron la salida de los estudiantes debido a previsiones que alcanzan los 38 °C.

Las autoridades han intensificado los protocolos de protección. En Francia, más de 1.300 escuelas suspendieron clases. En Ámsterdam, se activaron medidas especiales para asistir a personas sin hogar, mientras que ciudades como Eindhoven y Arnhem vigilan de cerca a los ancianos. Barcelona implementó programas para distribuir agua y enviar mensajes con recomendaciones a personas vulnerables.
Las voces ciudadanas también reflejan el impacto: Jo, un hombre sin hogar en Burdeos, expresó su impotencia ante la ola de calor: “¿Qué puedo hacer? Nada, solo esperar”. Europa enfrenta así no solo una emergencia climática, sino un desafío humano que exige respuestas rápidas, sostenibles y solidarias.