Miles de israelíes salieron a las calles en Tel Aviv para protestar nuevamente contra la reforma judicial del gobierno, antes de una semana clave marcada por otras disposiciones legislativas y nuevas manifestaciones.
Las movilizaciones se suceden cada semana desde la presentación en enero por parte del gobierno de Benjamin Netanyahu, uno de los más derechistas de la historia de Israel, de un proyecto de reforma que divide al país.
La reforma busca incrementar el poder de los parlamentarios sobre el de los magistrados, lo que, según sus detractores, pone en peligro el carácter democrático del Estado.
“Estamos aquí hoy para manifestarnos y unir nuestras voces a las de cientos de miles, millones, de israelíes que apoyan los valores sobre los que este país fue fundado, como la democracia y la tolerancia”, declaró a la AFP Daniel Nisman, de 36 años, que trabaja en el sector tecnológico.
El sábado por la tarde, miles de personas se manifestaron en Tel Aviv, constató un periodista de AFP.
“Cada vez, más israelíes se despiertan (…) No vamos a vivir en una dictadura”, consideró Josh Drill, de 26 años, portavoz de uno de los movimientos de protesta, conocido como “paraguas”.
La reforma ha suscitado críticas dentro y fuera del país. El principal aliado de Israel, Estados Unidos, ha expresado su “preocupación” por la reforma.
Netanyahu, que hasta ahora había mantenido un perfil bajo sobre este tema, anunció el jueves que iba a hacer avanzar la reforma, pero que haría todo lo posible para “alcanzar una solución” aceptable, tanto para los partidarios como para los críticos del proyecto.
La justicia israelí advirtió al primer ministro de de que no puede intervenir en el proceso de adopción del cambio legislativo, ya que sería “ilegal”.
Los parlamentarios israelíes deben votar la próxima semana sobre uno de los elementos centrales de la reforma, el cambio en el proceso de nombramiento de los jueces.
El texto ha sido enmendado en comisión para suavizar el contenido con miras a lograr una mayoría más amplia aun sin el apoyo de la oposición, que hizo oídos sordos al llamado al diálogo lanzado el jueves por Netanyahu.