La calma reina este miércoles en Bagdad, cerca de 24 horas después del violento estallido que agitó al país, pero el estancamiento político que se extiende desde casi un año no parece diluirse, pese a las propuestas para salir de la crisis.
El estallido de violencia con armas en la Zona Verde — una zona ultraprotegida de la capital iraquí donde están las embajadas y los ministerios — dejó 30 muertos y cerca de 600 heridos entre los partidarios del líder chiita Moqtada Sadr.
El anuncio de este clérigo de su retirada de la vida política fue la chispa que encendió la revuelta, y si faltaba una prueba de su influencia en la vida pública, en el segundo en el que Sadr ordenó a sus filas de retirarse el martes, los fusiles se silenciaron y los combatientes dejaron la Zona Verde.
El miércoles, el toque de queda decretado para controlar el caos no era más que un recuerdo y Bagdad volvió a sus atascos habituales, las tiendas reabrieron e incluso los estudiantes deberán rendir sus exámenes, anunció el ministerio de Educación.
Esta violencia desatada durante 24 horas entre lunes y martes fue la culminación de una larga crisis política que comenzó tras las elecciones legislativas en Irak en 2021
Esta violencia desatada durante 24 horas entre lunes y martes fue la culminación de una larga crisis política que comenzó tras las elecciones legislativas en Irak en 2021.
En la trifulca se enfrentaron las Brigadas de la Paz de Sadr contra unidades del ejército iraquí y combatientes de exparamilitares proiraníes integradas a las tropas regulares.
Esta violencia desatada durante 24 horas entre lunes y martes fue la culminación de una larga crisis política que comenzó tras las elecciones legislativas de octubre de 2021.
Pero pese a la calma, este país rico en petróleo, pero que sufre una grave crisis económica y social, sigue sin tener un primer ministro ni un nuevo gobierno.
Esto radica en que los líderes chiitas — incluyendo a Sadr — no logran un acuerdo.
Para salir de la crisis Sadr y sus adversarios del Marco de Coordinación, una alianza proirán, concuerdan en que es necesario que haya nuevas elecciones.
Pero, para organizar nuevas legislativas el actual Parlamento debe ser disuelto y esto sólo puede ser realizado por un voto de los diputados con mayoría absoluta o pedido por un tercio de los representantes o por el primer ministro, con el acuerdo del presidente de la república.
En esta pugna “el gran perdedor es el Estado que observa, sin poder hacer nada, que los dos grupos con poder luchen por el poder”, estimó Sajjad Jiyad, analista del centro de estudios Century International.