GEORGETOWN. — Guyana, con apenas 850.000 habitantes y una selva que cubre el 95% de su territorio, se ha convertido en el epicentro de una disputa geopolítica que involucra petróleo, soberanía y poder regional.
El país, que produce más de 650.000 barriles diarios y proyecta superar el millón en 2030, celebró el lunes unas elecciones presidenciales marcadas por la tensión con Venezuela y el respaldo estratégico de Estados Unidos.
El Esequibo, región de 159.500 km² rica en minerales y petróleo, fue el eje de la campaña electoral. Caracas reclama ese territorio desde hace más de un siglo, intensificando sus acciones desde 2019 con referendos, nombramientos simbólicos y acusaciones cruzadas. El domingo, Guyana denunció disparos desde la orilla venezolana del río Cuyuní contra una embarcación electoral, hecho que Venezuela calificó de falso.

El presidente Irfaan Ali, quien busca la reelección, ha reforzado su postura frente a Caracas y estrechado lazos con Washington. Guyana apoya el despliegue de buques estadounidenses en el Caribe, en una clara señal de alineamiento estratégico. “Si Venezuela ataca a Guyana o a ExxonMobil, terminará mal para ellos”, advirtió el secretario de Estado Marco Rubio en marzo.
La riqueza petrolera ha cuadruplicado el presupuesto estatal en cinco años, alcanzando los USD 6.700 millones en 2025. ExxonMobil lidera la explotación en aguas profundas, mientras China también busca ampliar su influencia en infraestructura y energía.
Los resultados oficiales de las elecciones se esperan para el jueves. El desenlace definirá no solo el rumbo económico del país, sino también su capacidad de resistir presiones externas y consolidar su soberanía en medio de una disputa que trasciende fronteras.