Ciudad de México. — La movilidad humana ha experimentado un crecimiento sin precedentes en el último cuarto de siglo.
Según datos de Naciones Unidas y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el número de migrantes internacionales pasó de 195 millones en el año 2000 a más de 304 millones en 2024, lo que equivale al 3,7% de la población mundial.
Este aumento refleja no solo la búsqueda de mejores oportunidades económicas, sino también la huida de conflictos armados, persecuciones políticas y religiosas, crisis climáticas y colapsos económicos. Regiones como Medio Oriente, África Subsahariana y América Latina han sido epicentros de desplazamientos forzados, mientras que Europa y Norteamérica se consolidan como principales destinos.
La OIM advierte que más de 43 millones de personas son actualmente refugiados o solicitantes de asilo, y otros 71 millones se encuentran desplazados internos debido a guerras y violencia. Además, fenómenos como el cambio climático han provocado migraciones masivas en zonas vulnerables, especialmente en el Sahel africano y Centroamérica, donde sequías y huracanes han devastado comunidades enteras.
El impacto económico también es significativo: las remesas enviadas por migrantes alcanzaron los 860.000 millones de dólares en 2024, convirtiéndose en un pilar financiero para países en desarrollo. Sin embargo, la migración irregular y la trata de personas continúan siendo desafíos graves, con miles de migrantes desaparecidos cada año en rutas peligrosas como el Mediterráneo y la frontera entre México y Estados Unidos.
Expertos señalan que la migración es ya un fenómeno estructural de la globalización y que los Estados deben avanzar hacia políticas de integración, protección de derechos humanos y cooperación internacional. La crisis migratoria no solo plantea retos humanitarios, sino también oportunidades para sociedades receptoras que enfrentan envejecimiento poblacional y necesidad de mano de obra.