Margarita Ávila, una comerciante de abarrotes de 66 años, observa estoica los puestos cerrados de sus vecinos en un mercado de La Paz. “Hemos vivido lindos años (…). Sabíamos cuánto íbamos a ganar, cuánto íbamos a invertir”, recuerda.
Ahora la escasez de dólares, el clima de protestas y el desprestigio de las autoridades han hundido a Bolivia en una continua incertidumbre.
“Ya no conozco los dólares. No hay para ahorrar. Todo es para el día a día”, se queja Ávila frente a sus productos sin vender. “He perdido capital. De la noche a la mañana las cosas suben de precio. Y como ellos están peleando, ya no se preocupan de nosotros”, dice en alusión a las disputas entre el exmandatario Evo Morales y su sucesor el presidente Luis Arce.
Desde hace más de un año, Morales libra una batalla por el control de la izquierda con Arce, su exministro de Economía ya quien acusa de querer “proscribirlo” de la carrera presidencial de 2025 utilizando el sistema de justicia.
Ambos son del partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), que ahora está dividido entre “evistas” y “arcistas”.
“Es una crisis múltiple (…) probablemente la de mayor dimensión es la crisis política, que ha profundizado todas las otras”, dice Daniel Valverde, profesor de ciencia política de la Universidad Gabriel René Moreno de Bolivia.
El jueves La Paz se convirtió en el escenario de una marcha donde varios kilómetros de comerciantes, transportistas, artesanos, sanitarios, textiles, amas de casa y vecinos exigieron al gobierno una solución a la crisis económica y lo intimaron a tomar medidas en un plazo de 15 días.
– GENERAR “REPUDIO” –
En medio de la crisis, el Ministerio Público anunció una investigación a Morales, que gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, por el presunto abuso a una menor con quien habría tenido una hija durante su mandato.
El caso ha tenido vaivenes. La Fiscalía emitió una orden de arresto que fue anulada y luego anunció otra que nunca se concretó. La semana pasada la fiscal a carga dijo que tenía “bastantes indicios”, sin precisar cuáles, y que “daría una sorpresa”.
Los partidarios del líder cocalero bloquearon durante 23 días importantes carreteras del país para exigir el cese de la “persecución judicial”. Si bien la crisis económica ya estaba en curso, los bloqueos dispararon aún más la inflación y la escasez de combustibles.
Más allá de si son ciertos o no los hechos denunciados, el modo cómo se lleva el caso de Morales “es parte de la instrumentalización de la justicia”, opina Valverde. “Más que procesarlo o detenerlo, creo que buscan exponerlo para generar un mayor repudio sobre su figura. Y lo están logrando”, señala.
En los últimos días, el Tribunal Constitucional también cerró el paso a Morales para una nueva candidatura al limitar a dos el número máximo de reelecciones posibles.
“Es la cultura política boliviana, en la que las instituciones son funcionales a intereses políticos”, explica Ana Lucía Velasco, politóloga que investiga la polarización en Bolivia.
“Es una desinstitucionalización abierta, cínica (…) Lo nuevo es que ahora algunas instituciones responden a los intereses” de una facción del MAS, mientras que otras obedecen al otro bando del partido, afirma.