“Marcó la historia de Colombia (…) del mundo entero”, expresa Santiago Montoya, encargado de un minimuseo -como lo describe- de Pablo Escobar en Medellín, donde el poderoso narcotraficante fue abatido por la policía hace justo 30 años.
La pequeña galería ocupa parte del espacio de la barbería “El Patrón” -como se lo conoce aún muerto al barón de la cocaína-, ubicado en el populoso barrio Pablo Escobar, en la parte alta de Medellín, segunda ciudad más poblada de Colombia con más de 2,5 millones de habitantes.
Allí hay decenas de fotografías de Escobar, que fue abatido el 2 de diciembre de 1993 cuando tenía 44 años. En muchas de las instantáneas aparece con su familia; en otra está parado encima de una moto acuática.
Hace años, la barbería cambió de nombre: de Chaplin a El Patrón. Y fue acomodando la colección de imágenes de Escobar como un cuadro a carbón en la que aparece sonriente, de traje y corbata.
“Al pasar el tiempo, pudimos observar que a mucha gente le interesaba saber cosas de Pablo, como el por qué el barrio se llamaba Pablo Escobar”, dice Montoya, de 20 años.
El agitado barrio, levantado en una ladera, también fue rebautizado por sus dirigentes en agradecimiento a la ayuda social que realizaba uno de los hombres más ricos del mundo, según Forbes, tras fundar un imperio del crimen.
En una pared de la barriada hay una gran pintura. A la izquierda dice “Barrio Pablo Escobar” y a la derecha está el rostro serio del fallecido capo del narcotráfico.
– “FIEL DEVOTO” –
“Pudimos observar que a mucha gente le interesaba como llegar al espacio a mirar en realidad qué era lo que había pasado, qué era el dichoso barrio que había regalado Pablo Escobar”, señala Montoya, quien luce una camiseta con la imagen del líder del cartel de Medellín entre las décadas de 1980 y 1990.
Y agrega: “Para mí, Pablo Escobar representa que es una persona que marcó la historia de Colombia, que marcó a muchas personas, marcó a todo un país, de hecho, se puede decir que marcó el mundo entero y, pues, es una historia un poco complicada y muy interesante para las personas”.
A Escobar, quien sembró el terror en su guerra contra el Estado para evitar la extradición a Estados Unidos, se le atribuye el asesinato de al menos 5.000 personas entre civiles, jueces, periodistas, políticos y candidatos, además de cientos de atentados con explosivos en Medellín, Bogotá, Cali y Pereira.
Aun así, es idolatrado. Muestra de esto, a la barbería El Patrón acuden personas a comprar souvenirs como copias de fotos, entre ellas cuando fue fichado por la policía con el número 128482, tazas, botellas y camisetas con su rostro y nombre.
En el lugar, más todavía, hay un altar con una gran foto suya, al pie con flores y rodeada de globos blancos.
Dirigentes barriales ofrecieron el sábado en Medellín una misa para recordar a Escobar y muchas personas también visitaron su tumba.
Miguel Ángel, de 58 años, se declara un “simpatizante y fiel devoto” del capo del narcotráfico. Acudió al adornado sepulcro para dejarle cerveza al reconocer “más lo bueno de él, que lo malo” y que “representa una leyenda muy popular”.