Barranquilla es “una realidad con dos caras”

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Un kilométrico malecón reluce junto al puerto de Barranquilla, vitrina económica de Colombia sobre el Caribe. Pero la ciudad crece bajo la hegemonía de un clan que cocina su quinta victoria consecutiva en las urnas este domingo, ensombrecida por acusaciones de compra de votos. 

Barranquilla es “una realidad con dos caras”, resume Marco Orozco, excandidato a la alcaldía de esta ciudad de 1,4 millones de habitantes.

“Durante los últimos 16 años, han visto obras que nunca habían visto. Aunque han venido empañadas por escándalos de corrupción, la gente dice: ‘Hoy por lo menos se hace, así roben'”, añade.

Situada a un centenar de kilómetros de la turística Cartagena, la cuarta ciudad del país es más conocida por su carnaval, el segundo más importante de Latinoamérica después de Rio, y por ser la cuna de Shakira.

Con sus rascacielos y grandes hoteles, “Quillami” parece imitar a la estadounidense Miami, el gran centro latino de Florida.

Pero es también ejemplo de las dinastías filiales que dominan el poder de Colombia desde el siglo XX, sostiene Estefanía Montoya, investigadora de la Universidad Nacional.  

La familia Char controla la política, los negocios y hasta el fútbol. Propietarios del equipo más popular de la ciudad -Junior- siguen los pasos del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi y del expresidente argentino Mauricio Macri, dirigentes de icónicas instituciones deportivas que usaron como trampolines hacia el poder.

Su heredero, Alejandro (57 años), conocido como Álex, ya fue alcalde dos veces y es favorito para un tercer mandato. También fue gobernador del Atlántico por un breve periodo.

– La “Casa Char” –

Barranquilla “es un ecosistema estratégico, tanto económico como cultural”, dice a la AFP su alcalde saliente, Jaime Pumarejo (42 años).

Varios proyectos en los últimos años son el orgullo de la ciudad, entre ellos un enorme centro de eventos y el malecón sobre el río Magdalena.

Tras estas iniciativas estuvieron los Char, padrinos políticos de Pumarejo. 

Siempre sonriente, con gorra de béisbol, Álex tiene un 81% de apoyo para los comicios locales del 29 de octubre, según encuestas. El mayor de los tres hijos de Fuad Char avanza nuevamente hacia la alcaldía sin necesidad de asistir a debates o entrevistas. 

Directamente o a través de aliados, la “Casa Char” también tiene mayoría en la Asamblea regional y seis parlamentarios en el Congreso.

Además, son dueños de una cadena de supermercados, una emisora, un banco e innumerables propiedades. Según la revista Forbes, en 2020 poseían una de las diez fortunas más grandes del país.

Como otras familias colombianas poderosas “al Estado han entrado para robustecer su actividad económica (…), pero también porque comprenden que el Estado como tal es un excelente negocio. Tener el poder de qué se contrata, con quién se contrata, cobrar coimas…”, explica Montoya.

La independiente Misión de Observación Electoral denunció una red de compra de votos en Barranquilla a cambio de dinero, electrodomésticos o contratos con el Estado. Y Arturo -exsenador y hermano menor de Álex- está detenido por cargos de “corrupción al sufragante”. 

El candidato declinó una entrevista con la AFP y Pumarejo niega haber llegado a la alcaldía gracias a esas prácticas: “El barranquillero nota que su ciudad va por buen camino y por eso en las urnas refrenda un proceso que arrancó hace 16 años”.

– “Maquinaria política” –

La periodista Laura Ardila, autora del libro “La Cosa Nostra”, sobre los Char, explica que “el clan” es “una de las maquinarias políticas más poderosas de Colombia”.

“Mezclan una eficiencia en lo público y una gran popularidad que han obtenido por su cercanía con la cultura popular, con clientelismo, unas relaciones criminales con personajes que han estado incluso condenados y la compra de votos”, señala.

La detención de Arturo Char por presunta compra de votos en 2017 representó un inédito golpe.

Pero para la inmensa mayoría de los barranquilleros, eso no importa: “Álex Char es del pueblo, porque él se acerca mucho a la comunidad “, proclama Carola Cañizalez (60), del barrio obrero Rebolo.

Su buena imagen ha costado una fortuna. Entre 2020 y 2022 la alcaldía ha invertido algo más de 22 millones de dólares en pauta en medios, según la Fundación para la Libertad de Prensa, que acusa a la entidad de “silenciar a la prensa crítica”. 

Alejandro Castelblanco (38) administra un bar en el malecón. Barranquilla “está bien organizada (…) ojalá todas las ciudades tuvieran un clan de estos”, opina.

Pero hay voces discrepantes.

“Los pobres les importan un bledo”, refunfuña un carpintero que vive junto a un canal inundado de basura. Dice haber recibido 70.000 pesos (16,5 dólares) para votar por Char. “Yo cojo el dinero y voto por quien me da la gana”, ríe el viejo, quien oculta su identidad por miedo a retaliaciones.