Tres personas murieron y dos resultaron heridas tras una serie de ataques rusos con drones y bombas aéreas guiadas en la región de Sumi, al norte de Ucrania, según confirmó Oleg Grigorov, jefe de la administración militar regional.
Los bombardeos impactaron comunidades civiles, generando alarma entre la población y daños en infraestructura local.
La ofensiva rusa en Sumi se intensificó luego de que Moscú repeliera en abril a las fuerzas ucranianas que ocupaban una franja de la región rusa de Kursk. Desde entonces, los ataques se han vuelto más frecuentes y sofisticados, con el uso de drones kamikaze y municiones guiadas de precisión.

En respuesta, Ucrania lanzó un ataque con drones sobre la región rusa de Volgogrado, provocando incendios en instalaciones petroleras y energéticas, según informó el gobernador Andréi Bocharov. Aunque no se reportaron víctimas, el incidente elevó la tensión bilateral y evidenció la capacidad de Ucrania para golpear objetivos estratégicos en territorio ruso.
Mientras tanto, los combates más intensos continúan en el este de Ucrania, donde el ejército ruso ha acelerado sus avances en los últimos meses. Las fuerzas ucranianas, con menos soldados y equipamiento, enfrentan dificultades para contener la ofensiva. Actualmente, Rusia ocupa cerca del 20% del territorio ucraniano, incluyendo zonas clave como Donetsk, Lugansk y partes de Zaporiyia.
A tres años y medio del inicio de la invasión, los esfuerzos diplomáticos del presidente estadounidense Donald Trump para mediar en el conflicto permanecen estancados. Las negociaciones multilaterales no han logrado avances significativos, y la guerra sigue cobrando vidas civiles y militares a diario.
La comunidad internacional ha reiterado su llamado al cese de hostilidades, mientras Ucrania refuerza sus defensas ante la posibilidad de nuevos ataques en regiones fronterizas como Sumi y Cherníguiv.