RÍO DE JANEIRO. – Entre llanto, miedo y olor a muerte, vecinos de las favelas Complexo da Penha y Vila Cruzeiro en el norte de Río de Janeiro recuperaron decenas de cuerpos tras la megaoperación policial más letal en la historia reciente de Brasil. El operativo, realizado dejó un saldo de 119 fallecidos, según el último reporte oficial: 115 presuntos delincuentes y cuatro policías.
La acción, dirigida contra el Comando Vermelho, el grupo criminal más poderoso de Río, se ejecutó una semana antes de que Brasil reciba la COP30 en Belém, generando preocupación internacional por las denuncias de ejecuciones extrajudiciales y uso excesivo de la fuerza. Un periodista reportó haber visto cadáveres con signos de tortura, incluyendo decapitaciones y heridas en la cabeza.
La Defensoría Pública de Río elevó la cifra de muertos a 132, mientras que organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han solicitado una investigación independiente. La ONU también expresó inquietud por posibles violaciones a los derechos humanos.
Tras 24 horas de silencio, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se pronunció en la red X: “Brasil no puede aceptar que el crimen organizado continúe destruyendo familias y esparciendo violencia. Pero también debemos proteger a civiles y policías en cada acción del Estado”.
El operativo, ejecutado por fuerzas especiales de la Policía Militar y la Policía Civil, incluyó helicópteros, blindados y más de 400 agentes. Aunque se reportaron más de 100 detenciones, expertos en seguridad pública como Thiago Rodrigues advierten que estas acciones proyectan poder pero no resuelven las causas estructurales del narcotráfico.
Brasil enfrenta un dilema entre seguridad y derechos humanos, mientras Río de Janeiro sigue contando sus muertos.