Los países miembros de la ONU tienen mucho trabajo por delante para dar vida al tratado sobre la altamar, pese a que restan cinco días para que se cumpla el plazo de las negociaciones, de acuerdo con defensores de los océanos.
“La semana pasada hubo avances”, declaró Nathalie Rey, de High Seas Alliance, que reúne a unas 40 ONG vinculadas al asunto.
Pero “el tiempo apremia y el ritmo debe acelerarse en esta segunda semana para asegurarse que el tratado cruce la línea de meta”, agregó, al tiempo que se mostró “optimista” sobre el éxito de las negociaciones.
Sin embargo, otros exhibieron mayor cautela. “Las negociaciones van en círculos, progresan a paso de tortuga”, señaló Laura Meller, de Greenpeace, en un comunicado.
Reconociendo los “muchos problemas pendientes”, la presidenta de las negociaciones, Rena Lee, pidió el lunes a los negociadores -durante una breve sesión plenaria- que sean “flexibles y creativos”.
Pero no a costa de la ambición, remarcó un representante de la delegación de Jamaica: “Mire hacia adelante, busque el mejor resultado, muestre cuán flexible puede ser o no llegaremos a un acuerdo; y esta sesión, y los últimos 20 años, serán un fracaso del que seremos los únicos responsables”, señaló.
Después de más de 15 años de discusiones informales y formales, las delegaciones se vienen reuniendo desde el 20 de febrero para la tercera “última” sesión de negociaciones en menos de un año.
El borrador del texto actualizado, publicado este último fin de semana, está salpicado de paréntesis y múltiples opciones sobre algunos temas importantes que determinarán la solidez del texto.
Uno de esos temas es la creación de áreas marinas protegidas, herramienta emblemática de este futuro tratado sobre “la conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina en áreas fuera de la jurisdicción nacional”.
Sobre este capítulo, “al final de las negociaciones de agosto el texto era 95% bueno, pero nos preocupa que se debilite”, indicó Minna Epps, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
– China en la mira –
Según varias fuentes de estas negociaciones consultadas por la AFP, China presiona para que la futura Conferencia de las Partes (COP, que reunirá a los signatarios) cree estos santuarios por consenso y no por mayoría calificada.
Ello impone un derecho de veto, utilizado durante años por Pekín para impedir la creación de otras áreas marinas protegidas por la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA).
“China debe modificar urgentemente su papel en estas negociaciones”, subrayó Laura Meller, quien instó al gigante asiático a mostrar el mismo liderazgo que exhibió en diciembre cuando, bajo su presidencia, los gobiernos del mundo se comprometieron a proteger el 30% de las tierras y océanos del planeta hacia 2030.
Un desafío casi imposible si no se incluye la alta mar, que cuenta apenas con protección en 1% del área total, actualmente .
La altamar comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los Estados, a un máximo de 200 millas náuticas (unos 370 km) de la costa, por lo que no está bajo la jurisdicción de ningún país.
Amenazada por el cambio climático, la contaminación y la sobrepesca, la alta mar representa el 60% de los océanos y casi la mitad del planeta, por lo cual su protección es vital para la humanidad.
Otro tema polémico en estas negociaciones previstas hasta el viernes, son los términos para hacer efectiva la obligación de evaluar el impacto ambiental de las actividades previstas en altamar.
El reparto de las posibles ganancias resultantes de la explotación de los recursos genéticos de altamar, donde las industrias farmacéutica, química y cosmética esperan descubrir moléculas milagrosas, divide también a los países ricos y los pobres, preocupados de verse privados de su parte del pastel.
Sobre este punto, “estamos bastante cerca de un acuerdo”, aseguró un negociador a la AFP. Se trata de un tema altamente político y simbólico que podría desbloquear otros aspectos de las negociaciones, dicen los observadores.
Cualesquiera que sean los compromisos, “necesitamos un tratado que cambie el statu quo”, dijo Andreas Hansen, de la ONG The Nature Conservancy.
“De lo contrario, no podrá ayudar a detener y revertir la pérdida de biodiversidad en los océanos”, alertó.