Miles de personas disfrazadas de aterradores personajes de cuentos y leyendas tomaron de noche las calles de Masaya en Nicaragua, en el festival de Los Agüizotes, famoso por las máscaras elaboradas por artesanos del barrio indígena de Monimbó.
Las brujas, duendes y otros espantos deambularon entre gritos y carcajadas la noche del viernes, acompañados por músicos populares o “chicheros”, que amenizan los sustos con tambores, platillos, trompetas, trombones y tubas en el festejo de Los Agüizotes, una tradición repetida cada último viernes de octubre en esta ciudad situada 28 km al sur de Managua.
“Esto lo hacían nuestros abuelitos y abuelitas para infundir temor en las futuras generaciones para que se portaran bien”, dice William Guerrero, con una máscara de diablo rojo.
“Nuestro diablo negro, nuestra carreta nagua, nuestra muerte, la bruja del volcán, son unos de los personajes importantísimos de los mitos y leyendas de Masaya”, agrega.
Según la tradición, la carreta nagua o embrujada es una carreta fantasmal que recorre los pueblos por las noches con gran estruendo y es conducida por la muerte, vestida con túnica blanca y con su guadaña.
Varios talleres familiares producen las máscaras para la fiesta. La artesana Fermina López indica que heredó el oficio y el taller de máscaras.
En el último mes elaboraron 200 máscaras para el festejo, que “es parte de las tradiciones de los antepasados de uno”, añade la mujer de 39 años.
Las máscaras son manufacturadas con una pasta de papel y engrudo, y luego son puestas a secar por varios días en moldes con los rasgos expresivos que los artesanos imaginan propios de los personajes de leyendas y cuentos de aparecidos. La pintura ayuda a resaltar esas características.
“Se hace como masa, ponemos el molde y ya comenzamos a elaborar el estilo de máscara”, explica a la AFP Léster Espinoza, de 42 años y con 20 años en el oficio. En su taller familiar produjeron más de 1.000 máscaras para el carnaval.
Entre las máscaras más populares están la “Mocuana”, la “Llorona”, la “Taconuda”, la “Chancha Bruja” y otras que forman parte de los mitos y leyendas de Nicaragua, algunas de ellas compartidas con otros países de Centroamérica.
– “Mejor que Halloween” –
Los espantos nacieron del mestizaje cultural y las supersticiones de indígenas, españoles y africanos en el periodo colonial.
Los artesanos venden las máscaras por entre unos 10 y 22 dólares.
Los nicaragüenses prefieren sus espantos a la celebración de Halloween, explica Wilmer de Jesús, con su máscara de diablo negro.
Los “agüizotes son espantos de agua que nos contaban nuestros ancestros […], son partes de mitos indígenas de Monimbó, mientras Halloween son otros trucos que hacen, como dulce o truco; eso no es de nosotros”, dice.
Auxiliadora Gómez, de 53 años y quien aprendió a hacer las máscaras con su nuera, Fermina López, sostiene que el festejo “es una tradición que en los pueblos indígenas ha venido etapa en etapa”.
“Y, pues, está bien que la juventud siga las tradiciones, que no las dejen perder”, agrega.