El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó fuertemente a la baja las previsiones de crecimiento de este año para la región de Asia-Pacífico debido a la “brutal e inusual” ralentización económica en China.
El crecimiento mundial ya está amenazado por la guerra en Ucrania y la inflación. En este contexto, el FMI advirtió ya a principios de mes de un riesgo de recesión en numerosos países desarrollados para el próximo año.
Si bien Asia-Pacífico es “un punto relativamente luminoso” comparado con otras regiones, los repetidos impactos en la economía mundial han lastrado la recuperación posterior a la pandemia, señaló el viernes el FMI en sus perspectivas económicas regionales.
Además, la región se enfrenta ahora a “la ralentización brutal e inusual de China” que hasta ahora había sido la locomotora del crecimiento, indica la institución de Washington.
Por ello, el FMI pronostica un crecimiento del 4% este año en la región, una revisión de 0,9 puntos a la baja respecto a las últimas previsiones de julio.
También recorta su pronóstico para 2023 del 5,1 al 4,3%.
El Fondo prevé un crecimiento del 3,2% este año para el gigante asiático después del 8,1% registrado en 2021.
De confirmarse, sería el peor dato en cuatro décadas excluyendo el periodo del covid.
“El fuerte repunte económico de Asia a principios de año está perdiendo su impulso”, asegura Krishna Srinivasan, responsable del FMI para Asia-Pacífico.
– Repercusión en todo el continente –
La culpa se debe parcialmente a las perturbaciones económicas en China, que mantiene inflexible su política de cero covid casi tres años después de la aparición de los primeros casos de coronavirus en la céntrica ciudad de Wuhan.
Esta estrategia, que implica confinamientos y cierres de empresas repentinos, penalizan la actividad y los desplazamientos y pesan en el consumo de los hogares.
En el segundo trimestre, el PIB de la segunda economía mundial se frenó, progresando solo un 0,4% interanual, su peor rendimiento desde 2020. En el tercer trimestre se recuperó hasta crecer un 3,9%, según cifras publicadas el lunes.
A pesar de sus impactos económicos, el presidente Xi Jinping insistió en sus motivos para continuar con esta política que contrasta con la mayoría de países, donde las autoridades levantaron restricciones y optaron por convivir con el virus.
Las consecuencias de las medidas sanitarias se suman a una crisis sin precedentes del sector inmobiliario, motor histórico de crecimiento del crecimiento de China.
Esta industria, que representa junto a la construcción una cuarta parte del PIB nacional, se encuentra en dificultades por las medidas adoptadas por Pekín en 2020 para reducir su endeudamiento.
Las ventas inmobiliarias están reculando en numerosas ciudades después de años de vertiginoso crecimiento y muchos promotores luchan por sobrevivir desde que algunos propietarios rechazan pagar sus cuotas hipotecarias por viviendas todavía por terminar.
“La ralentización tendrá importantes repercusiones en otras partes de Asia debido a los vínculos comerciales y financieros” del continente con China, advierte el FMI.