Se acomodó el balón con el control y sacó un zurdazo seco pegado al poste para reventar la noche catarí en el majestuoso estadio de Lusail. Lionel Messi apareció en el momento justo para derrotar a México y resucitar a la selección argentina en el Mundial.
Corría el minuto 64 cuando su viejo socio Ángel Di María lo encontró desde la derecha en la mediapunta y el 10 decantó una balanza hasta entonces muy equilibrada.
Con lágrimas en los ojos celebró emocionado en un fondo repleto de hinchas argentinos enloquecidos.
Fue su octavo gol en los Mundiales, el segundo en la presente edición, tras lograr de penal el tanto de los suyos en la derrota ante Arabia Saudita (2-1).
– Igualó a Maradona –
Con este partido Messi igualó al genio Diego Maradona como el jugador argentino con más partidos en los Mundiales, 21, un desempate que romperá previsiblemente en la tercera jornada ante Polonia.
En la agradable noche catarí había salido del autobús el primero, con toda su tropa detrás. Gesto concentrado, pero sonriente ante las bromas. También precedió al resto en el calentamiento y cuando saltaron los onces.
‘¡Es el último tango, es el último tango!’, cantaban los miles de aficionados de la Albiceleste con el ritmo del ‘Seven Nation Army’ de The White Stripes en referencia al último Mundial del gran ídolo.
Frente a 90.000 espectadores, junto a Messi saltó al campo en primer lugar el otro capitán, Andrés Guardado, un viejo conocido de la Liga que también entró en Catar-2022 en el selecto club de los jugadores con cinco Mundiales.
Sin embargo el centrocampista del Betis tuvo que retirarse por lesión en el 42. Recuperó el brazalete el tercer futbolista con cinco Copas presente en el césped, el arquero ‘Memo’ Ochoa.
Situado en la mediapunta, Messi se dedicó en los primeros minutos a oxigenar un centro del campo que perdía la batalla ante un equipo mexicano mejor plantado.
El partido se puso tosco rápidamente, con patadas y codazos por los dos lados. Messi entendió que había que serenar los nervios: Pedía a su arquero ‘Dibu’ Martínez calma a la hora de sacar y al resto que no les quemara la bola para intentar construir juego.
En esta primera parte poco pudo hacer, salvo algún regate aislado e intentando dar continuidad al juego. Su mejor momento, el lanzamiento de una falta lateral potente que Ochoa sacó de puños (35).
– Pase clave a Enzo –
En defensa el siete veces Balón de Oro de 35 años intentaba economizar energía. Ni presionaba en exceso ni bajaba a ayudar.
Al principio del segundo tiempo, en el arranque de un eslalon propio de sus mejores tiempos, Érick Gutiérrez lo paró con una falta, viendo además la amarilla (49).
El lanzamiento, centrado y desde unos cinco metros por detrás del área, le salió demasiado alto.
Los equipos se habían cambiado los papeles. Argentina se adueñó de la posesión, un ecosistema más natural para la ‘Pulga’, que tuvo que esperar al 64 para encontrar el ‘momentum’ de romper el partido.
Para cerrar su gran noche, en el 87 conectó con Enzo Fernández, que puso la puntilla con una gran acción y se desató la fiesta albiceleste en Lusail.
“¡Messi, Messi!”, gritaban las gradas albicelestes haciendo una reverencia al genio.
Un día después de que se cumplieran dos años de la muerte de Maradona, Messi se vistió otra vez del Diego para mantener viva la esperanza albiceleste de lograr en Catar la tercera estrella.