En la Isla de San Luis, en pleno centro de París, los residentes se amoldan a los preparativos de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, con una mezcla de fastidio y resignación ante los obstáculos y la limitación del acceso.
“Tenemos la sensación de estar encerrados”, denuncia Aissa Yago, residente de esta isla del río Sena – que atraviesa la capital francesa-, charlando con un amigo delante de un bar, con una barrera a escasos centímetros.
“Va a ser como el Planeta de los Simios, Ya sólo les falta tirarnos cacahuetes”, critica este hombre de unos cincuenta años.
En el muelle de Béthune, una irritada automovilista preguntaba por dónde podía ir a unos agentes de policía, generando un pequeño coro de bocinazos.
“Es un poco como la aldea de Astérix, un poco bloqueada por todas partes”, explica a AFP Rodolphe Dematini.
“Es normal hacer algo así para los Juegos Olímpicos, es algo que ocurre una vez cada 100 años”, considera este hombre de 56 años.
– “UNA CATÁSTROFE” –
Del otro lado del Sena, en el muelle de la Tournelle, ya están instaladas las gradas para la ceremonia de apertura del 26 de julio. Los organizadores prometen un espectáculo fluvial en el que “la ciudad se convertirá en el decorado vivo de un momento excepcional”, a lo largo de 6 km.
El jueves se activarán los perímetros de seguridad y para entrar en la Isla de San Luis será necesario mostrar un código QR, disponible únicamente por causas justificadas (como la necesidad de acceso al lugar de trabajo o a una vivienda).
Algunos habitantes obtuvieron su pase, pero Aissa Yago afirma que no lo ha recibido pese a haberlo solicitado.
Simon, un comerciante de la isla, dice comprender la necesidad de las medidas de seguridad. “Pero ocho días sin que los turistas que pasean puedan acceder me parece un poco duro”.
En vez de la “fiesta” prometida, el joven lamenta que “todo lo que se ve por ahora es una pérdida de volumen de negocio” en la isla, barrio histórico y distinguido de la capital francesa.
“No hemos trabajado en todo el mes de julio, es un desastre”, comenta la gerente de una cafetería, delante de su local vacío. “La gente de la isla ha dicho ‘nos vamos porque no queremos estar aquí para los Juegos'”, afirma.
El adjunto responsable del Comercio del ayuntamiento de París, Nicolas Bonnet-Oulaldj, afirmó el viernes “comprender el enojo” de los comerciantes del centro de París, tras la instalación de parte de las 44.000 barreras que garantizarán la seguridad durante los Juegos Olímpicos.
A Marie-Christine Goux, residente del distrito 15, le gusta ir a sentarse en un banco y contemplar el Sena, pero esa mañana no pudo acceder a él.
“Un amigo mío estaba instalado allí, un vagabundo. Ha desaparecido”, cuenta.
Las asociaciones advierten desde hace meses de la “limpieza social” en la capital y de las expulsiones de París de personas sin hogar.
“Seguimos llevando a cabo operaciones para acoger a las personas que están en la calle”, se defendió el lunes el prefecto regional, Marc Guillaume, en la radio France Bleu.