En Nápoles, una ciudad en la que “el fútbol va más allá del aspecto deportivo”, ganar el título de la liga italiana es “algo único”, dice en una entrevista Ottavio Bianchi (79 años), que entrenaba a aquel equipo de Diego Maradona cuando fue campeón por primera vez en 1987.
Pregunta: Desde Bérgamo, donde usted vive, ¿se escuchan los petardos lanzados en Nápoles para festejar un Scudetto que parece cada vez más cerca?
Respuesta: “Tengo muchos amigos allí que me tienen informado, en la televisión se ven todos los preparativos, las pancartas. En Nápoles la fiesta algo único, realmente popular”.
P: Usted fue el entrenador del primer Scudetto del Nápoles, en aquel 1987. ¿Qué recuerdo guarda de ese momento?
R: “He heredado muchas cosas de Nápoles, entre ellas la superstición. Antes tenía miedo de las celebraciones, no teníamos tantos puntos de ventaja como los que tienen esta temporada. Después de la Fiorentina (el partido que supuso el título el 10 de mayo de 1987), la fiesta era digna del Carnaval de Rio. Yo creía que mi papel en el campo había terminado y volví a mi hotel (donde vivía, en Nápoles). Pero el presidente vino a buscarme con su esposa y me dijo que tenía que ir. Me subí en su coche y recorrimos los barrios. No estaba muy cómodo, pero viví toda esa fiesta así, en el coche, hasta muy tarde por la noche”.
P: ¿Cuál es la receta para ganar?
R: “Yo había jugado en el Nápoles (1966-1971) con grandes jugadores como Zoff, Juliano y Sivori, pero no habíamos ganado. No había organización. Cuando regresé como entrenador (en 1985), terminamos primero terceros y luego ya ganamos (el título). Para ganar hace falta estabilidad. Es como en el ciclismo, para ganar el esprint tienes que estar entre los primeros, si no no lo ganarás nunca. Hoy es diferente, el Nápoles está instalado en la parte alta”.
P: El Nápoles cuenta con 16 puntos de ventaja a nueve jornadas para el final, antes de recibir este sábado al Hellas Verona. ¿Cómo se debe gestionar esta recta final ante un título que todo el mundo parece ver ya decidido?
R: “Me enseñaron que el mejor consejo es no darlo. Salvo el partido contra el Milan (derrota 0-4 en la Serie A), creo que el Nápoles ha demostrado su superioridad. Es una temporada increíble, imposible hacerlo mejor. Nada es comparable a nuestra época, lo único que persiste es el entusiasmo de los aficionados. En Nápoles, el fútbol va más allá del aspecto deportivo, tiene una dimensión social y de reivindicación”.
– Una ciudad, un equipo –
P: Maradona decía que un Scudetto en el Nápoles vale por diez en un club del norte de Italia…
R: “No se equivocaba, Diego. Se explica también porque solo hay un equipo en Nápoles, mientras que en las otras grandes ciudades, en Milán, Turín o Roma, hay dos que se enfrentan en la misma ciudad”.
P: ¿Cómo se construyó esa relación intensa entre Maradona y Nápoles?
R: “Para los habitantes de Nápoles es difícil saber quién es ahora más importante entre Maradona y San Jenaro (el santo patrón de la ciudad). Maradona seguirá siendo Maradona cincuenta, cien, doscientos años… Se produjo una reacción química que no sabría explicar, simplemente puedo dar testimonio del amor de Nápoles. Esta ciudad es increíble cuando ama a alguien de esa manera, visceral. No importa el grado de cultura: Diego era amado por todos, desde el pueblo más llano a los intelectuales”.
P: ¿Tiene sentido comparar a una estrella emergente como Khvicha Kvaratskhelia con Maradona?
R: “¿Por qué habría que fastidiar a un jugador joven? Hace cosas muy buenas, (Victor) Osimhen y los otros también. Pero no está bien atribuirle una responsabilidad psicológica superior a lo que están haciendo”.
P: ¿Irá a Nápoles a celebrar el título?
R: “No lo festejé cuando yo era protagonista, así que imagina ahora que soy menos que nada”.