Cuando todo era fiesta, ellas pusieron sus brazos en alto y apretaron los puños en señal de protesta. En plena Copa América, las jugadoras de Colombia reclaman más apoyo para el fútbol femenino.
Ocho de julio en el estadio Pascual Guerrero de Cali. Un estadio atestado como pocas veces para un partido de mujeres celebraba el inicio de la primera Copa América en suelo cafetero.
Pero durante el himno el gesto de las titulares y suplentes del equipo local irrumpió ante los fanáticos. Encabezadas por su capitana, Daniela Montoya, levantaron los brazos con mirada hosca.
El reclamo tenía un procedente: un día antes la Dimayor, el ente rector del fútbol colombiano, comunicó la cancelación de la liga femenina que se suponía se iba a disputar en el segundo semestre de 2022, alegando dificultades económicas.
Tres semanas después, cuando disputarán las semifinales de la Copa ante Argentina, el panorama es el mismo.
“Eso es falta de planificación, falta de organización, falta de apoyo (…) la verdad da tristeza”, dijo la defensora Daniela Arias a los medios en Bucaramanga, sede de las semifinales.
Sus compañeras ya habían hecho eco de sus quejas en sus redes sociales: “Nos faltan garantías (…) nos unimos con la ilusión del trabajo en equipo, de la equidad en las condiciones de trabajo y competencia”, reclamaron al unísono.
Once de las 23 jugadoras de Colombia deberán buscar empleo al término de la Copa. El baldado de agua fría no solo cae sobre las colombianas, entre las 10 selecciones hay 14 jugadoras que pertenecen a clubes colombianos.
– “Incoherencia” –
La lucha de las mujeres contra la falta de apoyo en el fútbol de Colombia tiene cola desde hace años. En 2017 se disputó la primera liga femenina y desde entonces se ha jugado todos los años por solo unos cuantos meses.
Entre febrero y junio de 2022 el balón rodó en la sexta edición que coronó como campeón al América de Cali.
Las protagonistas y el gremio de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) se quejan de la escasa duración del campeonato, que hace “imposible” la profesionalización en la disciplina.
La mayoría de las jugadoras, según un informe de Acolfutpro, firmaron un contrato por los 107 días que duró el torneo en 2022. En el resto del año, sin la segunda edición que había sido prometida, deberán buscar otros empleos o emigrar a una liga extranjera.
Cancelar la liga femenina un día antes del inicio de la Copa América demuestra “una improvisación y que definitivamente las mujeres no tienen claridad de que se pueda desarrollar profesionalmente en el fútbol”, dijo Carlos González, director del sindicato.
El presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, negó en W Radio que la decisión se deba a una “falta de planeación”, sino a “razones económicas”.
Según el dirigente “no hay patrocinio (…) para el fútbol femenino”, hay poca retribución por la venta de los derechos de transmisión a la televisión y salvo en las finales las gradas permanecen vacías. “No es algo sostenible”, sentenció.
Ni siquiera la presencia en las tribunas durante la Copa del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, empujó a reconsiderar la determinación.
“Es una incoherencia porque por un lado se crea una imagen de que sí se apoya” con la Copa América, pero “una cosa es el discurso y otra cosa es la realidad”, agrega González.
– “Paso hacia atrás” –
Según Jaramillo, de los 17 equipos que participaron en la ultima edición de la liga, solo cuatro (América de Cali, Deportivo Cali, Millonarios, Cortuluá) han mostrado su interés en seguir participando en el segundo semestre.
Con un agravante: América y Deportivo Cali disputarán la Copa Libertadores en octubre probablemente sin ritmo de competencia.
Inicialmente la Dimayor lanzó una polémica propuesta de armar un torneo amateur para foguear a esos dos equipos. Para las casi 400 jugadoras de los otros quince clubes el futuro es incierto.
Gabriela Huertas jugó en Santa Fe hasta junio y ahora, con suerte, encontrará una oportunidad en una liga del exterior para seguir pateando la pelota como profesional.
Cancelar la la liga femenina demuestra “la realidad de cómo se han hecho las cosas con el deporte femenino (…) es un dar paso hacia atrás”, dice la jugadora de 31 años.