Armenia y Azerbaiyán respetaban el alto el fuego este jueves en la frontera, tras dos días de enfrentamientos que dejaron más de 170 muertos y amenazan con torpedear un frágil proceso de paz mediado por la UE.
Los combates, que estallaron el martes, terminaron la noche del miércoles al jueves “gracias a la implicación de la comunidad internacional”, indicó el Consejo de Seguridad Nacional armenio.
Rusia, tradicional mediador en el Cáucaso, anunció un alto el fuego el mismo martes por la mañana, pero este fue incumplido durante dos días, y ambos países se acusaron mutuamente de bombardeos.
El miércoles, Armenia indicó haber perdido a 105 militares, y acusó a Azerbaiyán de haber ocupado 10 km2 de su territorio.
Bakú reconoció a su vez este jueves la muerte de 71 soldados entre sus filas, al actualizar un balance anterior que daba cuenta de 50 fallecidos.
Ambos países se acusaron mutuamente de estos enfrentamientos, que obligaron a huir de sus casas a cientos de civiles armenios residentes en la zona fronteriza.
Los enfrentamientos son los más graves desde la guerra que ambos países libraron en 2020 por el control de la disputada región de Nagorno Karabaj, que se saldó con más de 6.500 muertos y obligó a Armenia a ceder territorios a Azerbaiyán.
Antes de la guerra de 2020, ambos países libraron otra guerra en los años 1990 a propósito de Nagorno Karabaj. El conflicto se llevó por delante más de 30.000 vidas.
Nagorno Karabaj es un enclave de mayoría armenia, que hizo secesión de Azerbaiyán con el apoyo de Ereván.
Los nuevos enfrentamientos amenazan con hacer descarrillar un proceso de paz apadrinado por la UE.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el presidente azerbaiyano, Ilham Aliev, se reunieron en Bruselas el 31 de agosto, dos semanas antes de estos últimos enfrentamientos armados.