Mientras un caza taiwanés sobrevuela los verdes campos del condado de Hualien, el cultivador de pomelos Mulin Ou calcula sentado en su porche cuánto le va a costar la última maniobra china para presionar económicamente a la isla.
Tras la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, China lanzó este mes unas enormes maniobras militares alrededor de la isla, que considera como propia, y canceló la importación de algunas frutas y pescados.
Aunque el impacto global de las sanciones económicas de China es limitado, los productores como Ou están pagando un alto precio.
“Todos nuestro pedidos desde el continente han sido cancelados. Nuestros pomelos no tienen forma de llegar allí”, dice.
Su granja, en el pueblo de Ruisui, en el condado de Hualien, ha exportado durante décadas unas 180 toneladas anuales de este cítrico a China continental.
“Los clientes están esperando los pomelos, pero no hay nada que pueda hacer, es un problema político”, dice resignado.
– Cítricos, arenque, piñas, meros –
Los agricultores taiwaneses se han ido acostumbrando a las restricciones de importación aplicadas por China, normalmente alegando discrepancias regulatorias en vez de motivos políticos.
Tras el viaje de Pelosi a inicios de agosto, China anunció el veto a los cítricos y algunos tipos de arenque de Taiwán, y paralizó sus exportaciones a la isla de arena natural usada en la construcción.
En julio hizo lo mismo con el mero que se pesca en Taiwán, y que mayoritariamente se destinaba a consumidores chinos.
El gobierno democrático de la isla criticó que era una decisión política, pero China argumentó que había encontrado pescados contaminados por químicos prohibidos.
Un año antes fue el turno de las piñas, vetadas en medio de la temporada de la cosecha después de que las autoridades chinas aseguraran que habían descubierto plagas en algunos envíos.
En una piscifactoría de meros en Pingtung, el condado más meridional de la isla, el piscicultor de tercera generación Hans Chen, de la compañía Lijia Green Energy and Biotechnology, asegura que se verán “severamente afectados” si las sanciones no se levantan hacia final de año.
Chen, de 35 años, gestiona una granja de 500.000 meros, con un 90% de sus exportaciones hacia China continental.
El piscicultor lamenta que la prohibición se aplicó sin aviso previo y ocurrió en el peor momento para los productores, ya castigados por la pandemia del coronavirus.
Pero él saca un aprendizaje: su negocio y el de muchos otros dependen demasiado del mercado chino y necesitan diversificar su cartera de clientes.
“Todo el mundo notaba que la situación del covid-19 iba mejorando lentamente y que el mercado de China se estabilizaba paulatinamente y los precios iban a subir otra vez, así que habría algún beneficio para compensar las pérdidas anteriores”, explica.
“De ahí que la ansiedad de todos y el impacto (de las sanciones, ndlr) sea muy grande”, añade.
– Simbólicas y limitadas –
A pesar de las tensiones, China se mantiene como el principal socio comercial de Taiwán, absorbiendo un 28% de todas sus exportaciones.
Pero el gobierno y las empresas de Taiwán han promovido una diversificación como respuesta a la creciente beligerancia de Pekín bajo la presidencia de Xi Jinping.
Desde 2016, la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen sigue la “Nueva Política hacia el Sur” para impulsar el comercio con el sur y el sureste de Asia.
La isla también goza de creciente simpatía entre las otras democracias de la región. La mayoría de la cosecha de piñas del año anterior se salvó gracias a la compra de “piñas de la libertad” promovida solidariamente desde Japón.
Y hasta ahora, Pekín ha sido cauteloso evitando sancionar el comercio de chips semiconductores, cruciales para su mercado interno y de los que Taiwán es uno de los principales productores mundiales.
“China es altamente selectiva al seleccionar los instrumentos de sanciones económicas contra Taiwán”, dice a AFP Christina Lai, investigadora en la Academia Sinica gestionada por el gobierno de Taiwán.
“Siempre se ha abstenido de dañar su economía doméstica y las industrias tecnológicas. Pekín no puede permitirse prohibir las importaciones más importantes de Taiwán”, añade.
Por ello, el impacto global en la economía de la isla es “muy limitado”, explica Fan Shih-ping, profesor de la Universidad Nacional Normal de Taiwán.
“Es una manipulación política, en la que China quiere demostrar que lleva la voz cantante y tiene el control sobre Taiwán”, agrega.
Pero para los afectados directamente por las últimas sanciones, el impacto es colosal.
“Estamos buscando ayuda del gobierno, si hay alguna forma de que puedan ayudarnos”, dice Ou. “Tenemos que empezar a encontrar ventas dentro del país. Es un enorme quebradero de cabeza”.