«Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,… Ay de ustedes, guías ciegos!»

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«Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,… Ay de ustedes, guías ciegos!»


Insistes, Señor, en llamar a la conversión a los que han recibido autoridad para enseñar, para guiar hacia Dios.


Eran las autoridades religiosas de tu pueblo, los llamados a conocer la Palabra de Dios y enseñarla, pero Tú les reclamas su hipocresía, son maestros exigentes, pero no viven lo que predican, y peor aún, distorsionan y usan tu Palabra para su provecho.


¡Con cuánta insistencia los llamas, Señor! ¡Hay dolor en tus palabras más que reclamos!
Pareciera que eres duro con ellos, pero en tu voz deberían percibir cuánto te duele la dureza de sus corazones, y ¡no les importa!


¡Atrapados en su soberbia, no comprenden tu grito a la conversión y se cierran a tu misericordia!
Señor, hoy somos muchos los que hemos recibido esa autoridad, en diferentes niveles, pero compartiendo la responsabilidad de guiar a tu pueblo hacia la Verdad, padres de familia, catequistas, maestros, sacerdotes, todos formamos un equipo en el que tu Palabra es el Camino por el que debemos guiar a todos: niños jóvenes, adultos, con coherencia de vida y fidelidad a tu Palabra.


Hoy, mi Señor, nos llamas a revisar nuestro ser educadores en la fe, para que esa fe sea la que ilumine toda la vida de quienes has puesto en nuestras manos.


Enséñanos, te ruego, a ser discípulos atentos y fieles a tu Palabra para poder ayudar a otros a ir a Ti.
Enséñanos, Señor y Dios mío, a buscar siempre y en todo tu Voluntad, no la nuestra.


¡Ilumina nuestro camino, para que no desviemos el camino de otros!
Señor, envía a nosotros tu Santo Espíritu, y caminaremos siempre por tus sendas.

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