Un violento descarrilamiento de un tren de carga de la empresa ferroviaria BNSF sacudió el estado de Wyoming el pasado viernes, cuando más de 25 vagones se salieron de las vías al noroeste de la ciudad de Cheyenne, en una zona cercana a Clearmont.
El incidente, que no dejó heridos, ha generado preocupación por la vulnerabilidad de la infraestructura ferroviaria ante fenómenos meteorológicos extremos.
Según reportes preliminares, el tren transportaba mercancías diversas a lo largo de un corredor clave entre el Pacífico Noroeste y el centro del país.
Aunque la causa oficial del accidente aún no ha sido determinada, residentes locales y autoridades del condado de Sheridan señalaron que vientos de hasta 144 millas por hora (231 km/h) azotaron la región en las horas previas al descarrilamiento, lo que podría haber contribuido al colapso de los vagones.
Equipos de ingeniería y reparación de BNSF se movilizaron rápidamente al lugar del siniestro, y se espera que la vía principal sea reabierta en las próximas horas. Sin embargo, la empresa advirtió que los envíos hacia Denver, Kansas City y el Pacífico Noroeste podrían experimentar retrasos mientras se normalizan las operaciones.
Este evento se suma a una serie de incidentes ferroviarios recientes en el norte de Estados Unidos, donde las condiciones climáticas extremas han afectado la seguridad del transporte de carga. BNSF, que opera más de 960 millas de rutas en Wyoming, ha invertido más de 3 mil millones de dólares en tecnología e infraestructura para mejorar la seguridad, especialmente en el transporte de materiales peligrosos.
La Administración Federal de Ferrocarriles (FRA) ha iniciado una investigación para determinar si el diseño de los vagones, el mantenimiento de las vías o las condiciones meteorológicas fueron factores determinantes.
Mientras tanto, el incidente reabre el debate sobre la resiliencia del sistema ferroviario ante el cambio climático y la necesidad de protocolos más robustos para enfrentar eventos extremos.