La violencia volvió a golpear con fuerza la capital hondureña. La noche del jueves 18 de diciembre, una masacre estremeció la Residencial Centroamérica, en Comayagüela, donde al menos cuatro personas fueron brutalmente asesinadas, entre ellas un niño de apenas tres años.
De acuerdo con reportes preliminares, las víctimas fueron identificadas como Cristofer (menor), Tatiana y Daniel (padres del niño), además de Josué, todos miembros de una misma familia.
Los cuerpos fueron encontrados dentro de su vivienda, en diferentes puntos de la casa, lo que refleja la brutalidad del ataque.

Testigos relataron que varios sujetos fuertemente armados ingresaron al domicilio sin mediar palabra y abrieron fuego contra los presentes, huyendo luego con rumbo desconocido.
La Policía Nacional y equipos de Medicina Forense llegaron al lugar para realizar el levantamiento cadavérico y recopilar evidencias que permitan identificar a los responsables.
Este hecho se suma a la creciente ola de violencia que afecta al país. Según el Observatorio de la Violencia de la UNAH, Honduras cerrará 2025 con una tasa de homicidios superior a 34 por cada 100,000 habitantes, una de las más altas de la región.

La masacre ha generado profunda consternación entre vecinos y organizaciones sociales, que exigen mayor seguridad y acciones contundentes del Estado para frenar la criminalidad que golpea a las familias hondureñas.
El suceso se dio en medio de una celebración de la Policía Nacional, ya que mientras la ciudadanía se desangra por la alta delincuencia, el ministro y la alta oficialidad pasan enfiestados, máxime en un mes que el que estamos a las puertas de la Navidad.