El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, generó una nueva ola de tensión diplomática en América Latina tras declarar que, “después de Nicolás Maduro, va por la cabeza de Gustavo Petro”, en referencia al mandatario colombiano.
La frase, pronunciada durante un mitin político en Florida, fue interpretada como una advertencia directa hacia el gobierno de Colombia y un endurecimiento de la postura estadounidense frente a líderes de izquierda en la región.
Trump ha mantenido una línea dura contra Nicolás Maduro, a quien su administración acusa de narcotráfico, violaciones a los derechos humanos y fraude electoral.
Desde 2019, Washington ha impuesto más de un centenar de sanciones contra funcionarios venezolanos y ha respaldado iniciativas internacionales para presionar una transición democrática en ese país.
La mención de Gustavo Petro, sin embargo, elevó la controversia. Petro ha sido crítico de la política exterior estadounidense y ha denunciado en varias ocasiones lo que considera intervencionismo en América Latina.
Analistas internacionales señalan que las declaraciones de Trump podrían tensar aún más la relación bilateral entre Washington y Bogotá, que ya enfrenta fricciones por temas como la lucha antidrogas, la política migratoria y la cooperación en seguridad.
En Colombia, sectores afines al gobierno calificaron las palabras de Trump como una “amenaza inaceptable”, mientras que figuras de la oposición las interpretaron como parte del estilo confrontativo del mandatario estadounidense.
El Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano no había emitido un pronunciamiento oficial al cierre de esta edición.
Expertos en geopolítica advierten que este tipo de declaraciones pueden tener repercusiones en organismos multilaterales como la OEA y la ONU, donde Estados Unidos y Colombia mantienen una estrecha cooperación. Además, recuerdan que Washington es el principal socio comercial de Colombia y su mayor aliado en materia de seguridad.
La Casa Blanca no ha emitido una aclaración posterior, lo que mantiene abierta la polémica y alimenta el debate sobre el rumbo de la política estadounidense hacia América Latina.