“El Pollo” era un “capo junior”

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Óscar Roberto Melara, alias “El Pollo”, apenas con 29 años de edad, se había convertido en el mandamás del municipio de Morazán, en el departamento de Yoro, debido a que a punta de plomo había impuesto el terror en ese sector norte del país, siendo considerado el “capo” de las drogas.

Los lujos y una vida acomodada, era la carta de presentación de Melara Botto, quien de la noche a la mañana se convirtió en una figura comentada en Morazán y sus alrededores, por su estilo de vida y su oscuro pasado.

“El Pollo” o su nombre volvió a sonar con gran envergadura en esa prospera municipalidad, debido a que Óscar Roberto Melara Botto, fue una de las víctimas de la masacre registrada, la semana pasada, dentro de un gimnasio, lugar donde cuatro hombres murieron ejecutados a sangre fría entre las máquinas de ejercicio.

Junto a “El Pollo”, murieron acribillados a tiros sus allegados: Néstor Lenin Lara, Carlos Noé Lezama y José Antonio Quijada, empleados y guardaespaldas del presunto narcotraficante de drogas en Morazán y otros sectores del departamento de Yoro.

Los cuatro hombres fueron ejecutados en cuestión de segundos, tras sufrir un fugaz ataque por un grupo armado que vestía uniformes similares a los militares.

Ese día, se dejó al descubierto nuevamente el nivel de violencia que azota a Yoro y las disputas entre estructuras criminales por el control territorial.

VIDA MARCADA POR EXCESOS

En vida y mediante fotografías difundidas de sus redes sociales, “El Pollo” mostraba un estilo de vida marcado por los excesos y la ostentación.

Los autos costosos, viajes a diferentes destinos, relojes costosos, gruesas cadenas de oro y anillos llamativos eran del paladar de Melara Botto.

Las personas que lo conocieron en vida indicaron que a “El Pollo”, siempre lo acompañaban sus costosos celulares de última generación y ropa de marca.

De acuerdo con los pobladores de Morazán, Yoro, en esa comunidad, lo conocían por proyectar una imagen de poder y solvencia económica.

Pero detrás de esa imagen de persona adinerada, a “El Pollo” los lugareños le temían, por su carácter explosivo y porque siempre andaba bien armado y acompañado de sus guaruras.

A “El Pollo” muchas personas le temían solo con verlo, porque aducían que el supuesto narcotraficante de drogas a gran escala no le negaba las “balas” a las personas que se entrometieran en sus negocios o intereses.

“Yo lo desarmé en varias ocasiones porque portaba el arma de manera visible e intimidaba a la población; se le decomisaron más de tres armas”, recordó una de las autoridades policiales, asignadas a la zona.

“GUERRA DE NARCOS”

Porque la vida de Melara Botto no estuvo exenta de conflictos con la justicia, ya que los registros policiales indican que, en el año 2022, las autoridades lo capturaron por el delito de asesinato y fue recluido en el centro penal de El Progreso, Yoro.

Meses después recuperó su libertad y volvió a establecerse en su municipio natal, donde mantuvo un bajo perfil, aunque continuó siendo vigilado por las autoridades debido a sus presuntos vínculos con el microtráfico de drogas.

Aunque el móvil aún no se ha confirmado oficialmente, las autoridades manejan dos hipótesis principales, la primera un ajuste de cuentas por actividades ilícitas, posiblemente vinculadas al microtráfico y la otra una venganza personal, debido a presuntas enemistades previas.

Incluso existen versiones de que Melara Botto habría ordenado la muerte de otra persona en Yoro, lo que podría estar relacionado con el ataque.

Pero la más fuerte de las hipótesis sigue apuntando a un ajuste de cuentas entre estructuras criminales que operan en el norte del país. El crimen habría estado motivado por disputas en la venta de estupefacientes y el control de territorios estratégicos, detallo una fuente policial.

Cabe mencionar que, tras el ataque, donde murió Melara Botto, el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez Velásquez, ordenó la creación de equipos especiales integrados por la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), la División Policial Anti Maras y Pandillas Contra el Crimen Organizado (DIPAMPCO) y la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA). Estos grupos han reforzado la presencia de seguridad en Morazán y Yoro, con el objetivo de restablecer el orden, investigar las conexiones del crimen y dar con los responsables materiales e intelectuales del múltiple asesinato.