Jinotega, Nicaragua. — En un hecho profundamente conmovedor y desconcertante, un padre en el municipio de Santa María de Pantasma, Jinotega, desenterró el cuerpo de su hijo fallecido durante la madrugada del 6 de noviembre, convencido de que debía llevarlo a casa para “protegerlo del frío”. El joven, de 17 años, había muerto días antes en un accidente de tránsito en motocicleta y fue sepultado en el cementerio municipal.
El hombre, visiblemente afectado por el dolor y presuntamente bajo los efectos del alcohol, acudió al camposanto alrededor de las 2:00 a.m., abrió la tumba, extrajo el cuerpo de su hijo y lo cargó sobre sus hombros hasta su vivienda. El momento fue captado por cámaras de seguridad y vecinos, generando una ola de consternación en redes sociales y medios locales.
La Policía Nacional y autoridades de salud intervinieron de inmediato, trasladando nuevamente el cuerpo al cementerio y brindando atención al padre, quien expresó que su hijo “tenía frío y necesitaba ser abrigado”.
Expertos en salud mental han señalado que este tipo de acciones son manifestaciones extremas del duelo, impulsadas por la negación, el trauma y el dolor profundo. La psicóloga clínica María José Gutiérrez explicó que “el duelo por la pérdida de un hijo es una de las experiencias más devastadoras que puede vivir una persona. En algunos casos, puede generar conductas irracionales que requieren acompañamiento profesional urgente”.
Organizaciones locales han instado a evitar juicios hacia quienes atraviesan pérdidas traumáticas y han reiterado la necesidad de fortalecer los servicios de salud mental en zonas rurales, donde el acceso a atención psicológica es limitado.
El caso ha abierto un debate nacional sobre el manejo del duelo, la salud emocional y el respeto a las expresiones humanas de dolor, en un país donde los accidentes viales siguen siendo una de las principales causas de muerte juvenil.