Halloween, tradicionalmente considerada una fiesta pagana, ha evolucionado en las últimas décadas hasta convertirse en un fenómeno cultural global que, según expertos, podría estar afectando la salud mental de los jóvenes. La llamada “Spooky Season”, que abarca todo octubre, se ha viralizado en redes sociales como TikTok, Instagram y X, donde millones de usuarios comparten contenido temático, desde disfraces hasta rituales estéticos cargados de oscuridad y misterio.
Este auge digital ha sido aprovechado por las marcas, que ven en Halloween una oportunidad de oro para posicionar productos y servicios. Según el blog de Mercately, las campañas de marketing en esta temporada pueden marcar una diferencia significativa en las ventas, con estrategias que apelan a la creatividad, el miedo y la nostalgia.

Influencers y creadores de contenido se suman a esta ola, generando publicaciones que refuerzan estereotipos y estéticas sombrías, muchas veces sin considerar el impacto emocional que pueden tener en audiencias jóvenes.
La viralidad de los temas de Halloween no solo transforma el consumo, sino también las dinámicas sociales. Imágenes de calaveras, brujas y escenarios lúgubres se multiplican en los feeds, generando una atmósfera que algunos psicólogos advierten puede fomentar ansiedad, insomnio y pensamientos obsesivos en adolescentes vulnerables.

Aunque no existen estudios concluyentes sobre el vínculo directo entre Halloween y trastornos mentales, el bombardeo constante de estímulos visuales y narrativas oscuras plantea interrogantes sobre el rol de las redes en la construcción de identidades juveniles.
En este contexto, es urgente abrir el debate sobre los límites del marketing estacional y el papel de los adultos en la orientación crítica de los jóvenes frente a contenidos que, aunque festivos, pueden tener efectos no deseados en su bienestar emocional.