El Palacio de Buckingham anunció este viernes con “profunda tristeza” el fallecimiento de Catalina de Kent, decana de la familia real británica, a los 92 años. La duquesa murió pacíficamente la noche del jueves en el Palacio de Kensington, rodeada de sus seres queridos.
Nacida como Katharine Lucy Mary Worsley el 22 de febrero de 1933 en Yorkshire, fue hija del baronet William Arthington Worsley y descendiente directa de Oliver Cromwell. En 1961 contrajo matrimonio con el príncipe Eduardo, duque de Kent y primo hermano de la reina Isabel II, en una histórica ceremonia en la catedral de York que reunió a la realeza europea.
Catalina fue una figura singular dentro de la monarquía. Talentosa pianista, cantante y educadora, se alejó de los protocolos reales en 2002 para dedicarse a causas sociales. Durante más de una década impartió clases de música en escuelas públicas del noreste de Inglaterra, ocultando su identidad para no interferir en la experiencia de sus alumnos.

En 1994 protagonizó un hecho sin precedentes al convertirse al catolicismo, siendo el primer miembro de alto rango de la familia real en hacerlo desde el siglo XVIII. Esta decisión, respaldada por la reina Isabel II, no afectó los derechos sucesorios de su esposo.
A pesar de vivir separada del duque de Kent, la pareja nunca se divorció. Tuvieron tres hijos y diez nietos. Catalina también enfrentó duras pérdidas personales, como la muerte de un hijo recién nacido en 1977, lo que la llevó a una profunda depresión que superó con resiliencia.
El rey Carlos III, informado desde Balmoral, decretó luto oficial hasta el día del funeral. Diversas figuras públicas, como el primer ministro Keir Starmer, destacaron su “compasión, dignidad y empatía”.
Catalina de Kent deja un legado de sensibilidad, discreción y compromiso con la música y la juventud.