Luego de tres años de crisis que pusieron en jaque a más de 75 empresas y dejaron sin empleo a unos 6,000 trabajadores, la industria camaronera hondureña comienza a vislumbrar una posible recuperación.
Corea del Sur surge como un nuevo mercado para exportación, tras el cierre abrupto del acceso a Taiwán, motivado por la ruptura de relaciones diplomáticas en marzo de 2023.
La Secretaría de Desarrollo Económico (SDE), en coordinación con el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (Senasa), trabaja contrarreloj para cumplir con los requisitos fitosanitarios exigidos por las autoridades surcoreanas.
Se espera que en julio se concrete la certificación sanitaria necesaria para comenzar las exportaciones.

“Corea no es la solución definitiva, pero sí puede significar un respiro importante”, señala Wilmer Cruz, líder de pequeños productores en el sur del país.
Para él, cada empresa que cierra es una comunidad empobrecida y una familia más sin sustento. La búsqueda de nuevos mercados no solo es urgente, sino vital.
Además de la urgencia por diversificar destinos, Corea representa una opción atractiva por sus mejores precios frente a otras alternativas como China continental.
En un sector con márgenes mínimos de rentabilidad, cada centavo ganado o perdido tiene un impacto enorme.

Sin embargo, para consolidarse en el mercado asiático no basta con abrir puertas. Se requiere competitividad. Andrés Ehler, presidente de la Cámara Nacional de Turismo de Honduras (Canaturh), advierte que el país debe invertir en modernización y trazabilidad.
“La calidad, inocuidad y trazabilidad del producto son clave para que el camarón hondureño se posicione en Corea”, afirmó.
Las autoridades y productores coinciden: la certificación de exportación no es un logro final, sino el punto de partida hacia una nueva etapa para una industria que aún lucha por mantenerse a flote.