No llegó a bordo de un veloz ‘drakkar’ de velas cuadras surcando el Sena como sus antepasados vikingos, y sus ataques no pasaron de cambios de ritmo en los puertos alpinos o pirenaicos, pero el hasta hace tres semanas semidesconocido Jonas Vingegaard, maillot amarillo del Tour, ha conquistado París.
Este corredor danés de 25 años, pero de rostro imberbe y aire juvenil, se convirtió este domingo en el primer danés en ganar el Tour de Francia desde Bjarne Riis en 1996.
El joven Vingegaard se forjó un carácter empaquetando pescado en una lonja en Dinamarca antes de dar el salto a la élite del ciclismo mundial.
Y sus cualidades como corredor las trabajaba en los Alpes, pero por ser allí donde pasaba las vacaciones junto a su familia.
El punto más alto de Dinamarca, el Yding Skovhoj, se halla a sólo 173 metros sobre el nivel del mar. Aunque ello no ha impedido al país nórdico engendrar a uno de los mejores escaladores del planeta con Jonas Vingegaard.
En ausencia de pendientes, el pálido y ‘enclenque’ danés (1,75 metros y 60 kilos) se desarrolló rodando contra el viento que sopla permanentemente en Hillerslev, la localidad de 370 habitantes al noroeste del país, donde nació hace un cuarto de siglo.
En sus comienzos lo pasó mal con su peso pluma, lo que explica que no figurase entre los mejores en categorías de jóvenes.
Ya en el fútbol, que practicaba antes de descubrir la bicicleta, era “siempre el más pequeño y el menos fuerte de la banda”, reconoce.
En la adolescencia, cuando comienza a mostrar aptitudes para el ciclismo, sus padres, Claus y Karina Vingegaard, le llevan a los Alpes franceses a pasar las vacaciones. Una revelación.
– Su destino en los Alpes –
“Íbamos allí para que entrenase. Al principio yo escalaba con él pero él había hecho cinco o seis subidas y bajadas en el tiempo en que yo llegué a la cumbre. Subimos el Glandon, el Galibier. Después, a partir de 2015, pasamos todos nuestros meses de julio en el camping de Bourg-Saint-Maurice. Vimos pasar el Tour dos veces en Alpe d’Huez”, cuenta al periódico L’Equipe Claus, constructor de granjas de cría de salmones, también presente junto a su esposa en Alpe d’Huez el pasado 14 de julio para animar a su hijo.
En la salida del Tour en Copenhague fue aclamado como nunca. Ante tal apoyo llegó a verter alguna lágrima. Vingegaard es también un tipo sensible.
A la llegada de cada etapa, su primer reflejo es llamar por teléfono a su pareja Trine Hansen y con su hija Frida, que se unieron al Tour el sábado en Rocamadour, y con las que se fundió en un emotivo abrazo. “Les debo todo, son mis primeras aficionadas”, dice él.
Mientras que su gran rival Tadej Pogacar muestra un carácter extrovertido y vive en Mónaco, Jonas Vingegaard da prueba de discreción y reside en su Dinamarca natal.
– Lobo con piel de cordero –
“Él sabe que hay cosas más importantes que la bicicleta. Es muy familiar”, explica su compañero Wout van Aert. También es modesto. Después de haber conversado con Emmanuel Macron el jueves en Hautacam, Vingegaard lanza a su equipo, sorprendido: “¡Conoce mi nombre!”.
“Jonas tiende a esconder sus emociones, trabajamos juntos para que se abra más y que no sea siempre yo quien tome las decisiones”, confesaba su pareja Trine, que tiene nueve años más que él, al periódico danés B.T. durante el Tour de Francia.
Ambos se conocieron cuando ella era responsable de marketing en el ColoQuick, su primer equipo profesional.
Fue allí donde, para forjar ese carácter introvertido, los dirigentes del equipo enviaron al joven Vingegaard, de 19 años, a endurecerse en el un mercado de pescados en el puerto de Hanstholm. Desde el alba embalaba lenguados y bacalaos antes de ir a entrenar por la tarde.
“Detrás de su apariencia de cordero hay un lobo”, dice Brian Pedersen, patrón del ColoQuick.
Vingegaard llama la atención del Jumbo-Visma, con el que explota con un segundo puesto en el Tour en 2021 que adorna un palmarés por lo demás discreto hasta este año. “Ganó en confianza. Cambió mucho, se convirtió en un líder”, insiste Wout van Aert.