La experiencia se impuso el domingo sobre la hierba de Wimbledon, donde Novak Djokovic ganó su séptimo título, cuarto consecutivo, superando al impetuoso Nick Kyrgios, que desplegó un gran tenis y un poco de controversia.
El serbio de 35 años necesitó tres horas para derrotar al australiano, 40º de la ATP, por 4-6, 6-3, 6-4, 7-6 (7/3).
Con esta victoria, la tercera raqueta del mundo suma su 21º título de Grand Slam, uno por detrás de Rafa Nadal, que este año se apuntó su segundo Abierto de Australia y su 14º Roland Garros.
El serbio endulza también así un año que empezó con sabor amargo en Australia, donde tras una saga sanitaria y judicial no pudo jugar por no estar vacunado contra el covid-19.
Su entrenador, Goran Ivanisevic, mostró su admiración por la recuperación mental realizada por el serbio desde entonces. “Hay gente que nunca se recuperaría, que nunca volvería a jugar al tenis (…) la forma en que se recuperó es increíble. Para mí, es heroico”, afirmó.
Wimbledon será además muy probablemente su último gran torneo de 2022 dado que su negativa a vacunarse le impedirá viajar a Estados Unidos para disputar el US Open.
Con siete trofeos del Grand Slam inglés, Djokovic se queda a uno solo de igualar el récord de ocho en manos del suizo Roger Federer.
“No tengo palabras para expresar lo que este torneo y este trofeo significan para mí”, afirmó Djokovic. “Cada año es más especial”.
Sumando cuatro Wimbledon consecutivos el serbio entra además en un exclusivo club formado por Federer, Bjorn Borg y Pete Sampras.
Djokovic “es un poco un dios, no voy a mentir”, reconoció Kyrgios, felicitando a su rival y esperando “algún día estar aquí otra vez”.
“Nick, volverás”, le garantizó el campeón, considerando que ha “demostrado por qué merece ser uno de los mejores jugadores del mundo especialmente en esta superficie”.
“Nunca creí que diría tantas cosas amables sobre ti”, reconoció, desatando una risa del público debido a la sufurosa reputación que el australiano, asiduos a las sanciones y las polémicas, tiene entre los tenistas.
– Kyrgios dio espectáculo –
Limando sus asperezas fuera de las pistas, los dos jugadores habían acordado que el ganador invitaría al perdedor a cenar.
“Vamos a empezar con una cena y bebidas y luego veremos”, bromeó sobre el serbio sobre este nuevo “romance”, iniciado con Kyrgios le defendió ante la opinión pública australiana por el tema de la vacuna.
Kyrgios disparó 30 aces y puso al público en pie con grandes puntos. Empezó superconcetrado y al cabo de 16 minutos ya había quebrado el servicio de su rival.
Como ya había hecho en rondas anteriores, Djokovic volvió a echar mano de la experiencia para remontar las adversidades a partir del segundo set, salvando las bolas profundas y las pesadas dejadas del australiano.
“He jugado un gran primer set y me he puesto en posición (…) de tomar el dominio del partido (…) pero no fui capaz”, lamentó después Kyrgios visiblemente decepcionado por no haber sabido aprovechar su primera final de Grand Slam a sus 27 años.
Y atribuyó su fracaso a la serenidad del serbio.
“Está muy tranquilo (…) sentí que hoy no hizo nada sorprendente”, a parte de desplegar su habitual gran resto, pero “en los grandes momentos, estaba como si nada le inmutara”, agregó el australiano, reconociendo que él sí sintió “la angustia y la presión”.
Se dijo realmente “comprometido” con su juego desde el inicio del torneo, sin salir por las noche “ni tomar una cerveza”, pero no bastó.
Kyrgios dio espectáculo tenístico y solo un poco de controversia quejándose por los gritos de una espectadora, a la que acusó de estar borracha, y errores de los jueces.
En el tercer set apareció desconcentrado e irritado por el juego más certezo de Djokovic, pero en el siguiente volvió a desplegar su potentísimo saque sin dar opciones de rotura hasta un tie-break donde mostró nervios y falló al atacar el revés del serbio.
Djokovic solo ha perdido una de las ocho finales jugadas en Wimbledon, en 2013 frente el escocés Andy Murray, pero su balance contra Kyrgios era malo.
Se habían enfrentado previamente en dos ocasiones, cuartos de final del torneo de Acapulco en 2017 y tres semanas más tarde en octavos de final de Indian Wells, y en ambas ganó el cáustico australiano.