La tenista Elena Rybakina, 23ª del mundo, representante de Kazajistán pese a ser nacida y criada en Rusia, se coronó el sábado campeona de Wimbledon al derrotar con potencia y determinación a la número dos del mundo, Ons Jabeur.
La espigada rubia de 1,84 metros necesitó una hora y 47 minutos para imponerse a la tunecina por 3-6, 6-2, 6-2, poniendo fin, al menos de momento, a su sueño de convertirse en la primera campeona árabe del Grand Slam sobre hierba.
“Estaba supernerviosa antes del partido y durante el partido”, reconoció Rybakina, de 23 años.
“No esperaba estar en la segunda semana de un Grand Slam, en Wimbledon, y ser la vencedora es simplemente increíble”, aseguró, dando las gracias, entre otros, al presidente de la federación kazaja de tenis por haber creído en ella.
Nacida y criada en Moscú, Rybakina optó por jugar bajo la bandera del vecino Kazajistán en 2018, cuando se encontraba en el puesto número 175 del mundo.
Cuatro años después, esto le permitió disputar el torneo de Wimbledon cuando sus organizadores decidieran vetar la participación de tenistas rusos y bielorrusos en represalia por la invasión de Ucrania.
Aún así, el sábado la duquesa de Cambridge, Catalina, esposa del príncipe Guillermo, entregó sonriente el trofeo británico a la tenista de origen ruso que, en la posterior rueda de prensa, no quiso entrar en consideraciones políticas sobre el presidente ruso Vladimir Putin.
“Sólo puedo decir que represento a Kazajistán. No elegí el lugar donde nací. La gente creyó en mí. Kazajistán me apoyó mucho. Incluso hoy he oído tantos apoyos. He visto las banderas. Así que no sé cómo responder a estas preguntas”, afirmó.
Rybakina es la primera jugadora de Kazajistán que se alza con el título.
Su mayor progreso hasta ahora en un torneo del Grand Slam eran los cuartos de final de Roland Garros en 2021.
– Jabeur, “una inspiración” –
“Ons es una inspiración (…) para todo el mundo”, dijo la kazaja sobre su oponente.
Esta fue también la primera final de un gran torneo para Jabeur, orgullosa de su papel de pionera entre las jugadoras árabes y norteafricanas.
“Amo este torneo tanto y me siento triste, pero esto es tenis y solo hay una vencedora”, dijo la finalista, de 27 años. “Espero haber inspirado a muchas generaciones en mi país”, agregó.
Reconoció que no había encontrado soluciones contra una jugadora con un gran saque que le dio pocas opciones, pero se declaró positiva sobre lo aprendido en estas dos semanas en Wimbledon.
“Estoy muy contenta con mis resultados (…) hoy lo he dado todo (…) no pierdo la fe en mí misma y sé que voy a volver y ganar un Grand Slam, seguro”, afirmó.
Contrariamente a la calma que había mostrado dos días antes, cuando venció de forma expeditiva a la rumana Simona Halep, campeona de Wimbledon 2019, Rybakina comenzó con muchos nervios.
Pese al apoyo del público cometió numerosos errores y vio su saque quebrado en el tercer juego.
Fallando voleas por la precipitación y acumulando los errores no forzados, encajó una segunda rotura y perdió el primer set en apenas media hora.
Apodada la “ministra de la felicidad” en Túnez, la siempre sonriente Jabeur empezó desplegando su gran saque, una enorme precisión al buscar las líneas y unos passings imparables.
Pero nada más comenzar la segunda manga los roles se inviritieron.
“Ons jugaba increíblemente, es una oponente muy dura con sus dejadas y todo lo demás”, reconoció Rybakina. Pero “me metí por completo en el partido y me concentré punto por punto”, explicó.
Jabeur empezó a dudar, ejecutando con torpeza sus dejadas habitualmente diabólicas. Tuvo algunos golpes de genio que parecieron darle brevemente confianza.
Pero no bastó para imponerse a una Rybakina mucho más precisa, rápida y agresiva pese a las sonoras ovaciones de los espectadores en la pisca central del All England Club londinense cada vez que se disponía a sacar.