“Si nos acepta un consejo en el tema de seguridad, tienen que ponerse todos detrás del plan o no va a funcionar”, dijo Bukele a Chaves ante la prensa en Casa Presidencial, en San José, al referirse a las instituciones del Estado.
“No hay forma de que un gobierno pueda competir con los incentivos del crimen, por eso el Estado debe de intervenir y hacer valer su monopolio (de la fuerza) sobre la violencia”, afirmó Bukele.
Aunque dijo que no va “a darle clases a nadie”, destacó que antes de que El Salvador fuera “la capital mundial de los homicidios”, el país “tenía niveles de inseguridad que tiene Costa Rica hoy”.
“Lo convertimos al día de hoy en el país más seguro de todo el hemisferio occidental”, subrayó el mandatario salvadoreño, cuya visita oficial de dos días generó fuerte polémica en Costa Rica.
El Congreso y el Poder Judicial se negaron a recibir a Bukele, cuya política de seguridad es criticada por organismos de derechos humanos y su reelección en febrero pasado fue cuestionada por estar prohibida en la Constitución.
Amnistía Internacional, Human Rights Watch y oenegés locales han denunciado “detenciones indiscriminadas” y más de 300 muertes bajo custodia estatal desde que Bukele inició en 2022 una “guerra” contra las pandillas.
Bajo un régimen de excepción que permite arrestos sin orden judicial, unas 83.000 personas han sido detenidas acusadas de pertenecer o ser cómplices de las pandillas, entre ellas millas de inocentes según esos organismos.
Desestimando esas críticas, Chaves elogió la política de seguridad de Bukele y comentó que “valdría la pena” aprender “esa lección” para aplicarla en Costa Rica, que suma 757 homicidios en 2024, principalmente ligados al narcotráfico.
“Es necesario otorgar en democracia suficiente poder a quienes gobiernan, porque de otra manera el pueblo no puede exigir cuentas ni cambio”, alegó Chaves, quien no cuenta con el apoyo del Congreso y el Poder Judicial.
Antes conocido por su seguridad y tranquilidad, Costa Rica tuvo en 2023 un récord de 907 muertes violentas, una tasa de 17,2 por cada 100.000 habitantes, más del doble del promedio mundial (8), según la ONU. El aumento de la violencia ha hecho que los jóvenes se inclinan por un estilo de “mano dura activa” como el de Bukele, mientras que los adultos mayores prefieren