Por escapar de la pobreza, caen en la trampa de los “coyotes”

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Las redes de tráfico de personas en Honduras operan como organizaciones criminales altamente estructuradas y peligrosas, involucrando a traficantes locales conocidos como “coyotes” que colaboran con sus homólogos en Nicaragua, Guatemala y México.

Estas redes aprovechan la vulnerabilidad de personas desesperadas por escapar de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en sus países de origen, prometiéndoles una ruta segura hacia Estados Unidos a cambio de sumas exorbitantes de dinero.

Según investigaciones de la Unidad de Tráfico de Personas del Ministerio Público de Honduras, estas redes funcionan en múltiples etapas, desde el reclutamiento de víctimas hasta su explotación en el destino final.

Las investigaciones a menudo llevan meses, e incluso años, para establecer las conexiones y el modus operandi de los traficantes.

A lo largo de estas investigaciones queda al descubierto la participación de líderes comunitarios y candidatos a cargos de elección popular, quienes se ven involucrados en estas actividades ilícitas.

“Estas personas se aprovechan de la desesperación de quienes buscan una vida mejor y, en muchos casos, terminan explotados o sufriendo graves peligros durante el viaje”, explica un investigador.

Son miles de dólares los que a diario ganan las redes de tráfico.

Migrar con la ayuda de un traficante puede costar entre $13,000 y $15,000, equivalentes a unos 322 mil lempiras y 371 mil lempiras, respectivamente, según datos recabados por los investigadores.

De esta suma, una gran parte se reparte entre los traficantes de Guatemala y México, quedando la mayor tajada en manos de los carteles mexicanos.

Sin embargo, los traficantes hondureños aún logran obtener alrededor de $2,000 por persona, es decir, unos 49,500 lempiras.

En las zonas fronterizas de Honduras, la gente conoce bien a los traficantes de migrantes, e incluso algunos recomiendan a los “mejores” para asegurar un viaje seguro.

Las familias a menudo empeñan sus bienes o venden lo poco que tienen para cubrir la cuota y asegurar la llegada de sus seres queridos a Estados Unidos.

Sin embargo, muchos de estos “coyotes” están bajo la vigilancia de las autoridades, quienes los siguen de cerca para capturarlos en el momento oportuno.

Uno de estos “coyotes”, que opera en la zona de Las Manos, relató a tunota.com que los traficantes en Nicaragua tienen comunicación directa sobre los migrantes extranjeros que necesitan ayuda para tramitar documentos en Honduras y cruzar hacia Guatemala por las fronteras de Agua Caliente o El Florido.

“Generalmente, a estos migrantes los llamamos los ‘VIP’, y casi siempre se trata de chinos, venezolanos o cubanos, por quienes sus familias pagan para que no sufran en el camino. A estos tratamos de acelerarles los procesos para que transiten por Honduras lo más rápido posible y crucen a Guatemala”, señaló el traficante.

Una vez en Guatemala, el contacto local ya está establecido para recibir a los migrantes.

Algunos cruzan por pasos ilegales de frontera, mientras que otros lo hacen de manera legal, utilizando buses especiales que los trasladan.

Sin embargo, en estos procesos casi siempre hay complicidad de funcionarios corruptos, según confesó el traficante.

Puntos y ciegos y caminos legales usan los traficantes en la ruta migratoria.

Las investigaciones también revelan que funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y agentes de inmigración están involucrados en estas operaciones, permitiendo que las actividades de tráfico continúen sin interferencias.

Esta complicidad y la prevalencia de la impunidad en la región permite que los traficantes operen sin preocupación, pues saben que es mínima la posibilidad de ser arrestados o procesados.

Recientemente, un operativo ejecutado por la Fiscalía de Tráfico de Personas en Honduras resultó en la captura de siete personas, cinco de ellas vinculadas con delitos de tráfico de personas, incluyendo a dos cabecillas de la red en el país.

Según los agentes, en las zonas sur y oriente de Honduras es donde se observa mayor colusión entre autoridades y candidatos que buscan cargos de elección popular y que forman parte de la red de tráfico.