Según el último estudio mundial sobre homicidios de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), más de 400.000 personas son asesinadas cada año en todo el mundo (una media de 440.000 entre 2019 y 2021), una cifra muy superior al número de personas que mueren cada año en conflictos armados.
Según el informe, varios factores socioeconómicos influyen en las tasas de homicidio doloso: la desigualdad social, el desempleo, la inestabilidad política, la accesibilidad de las armas de fuego (algo más de la mitad de los homicidios se cometen con este tipo de armas), pero también, y en particular, el desarrollo de las bandas, la delincuencia organizada y el tráfico de drogas.
América Latina y el Caribe se consideran puntos calientes de la delincuencia organizada y la violencia de las bandas en el mundo, con países como Honduras (38 asesinatos por cada 100.000 habitantes), Belice (31), México (28) y Colombia (27) que registran tasas de homicidio doloso entre cinco y siete veces superiores a la media mundial (5,8 por cada 100.000 habitantes en 2021).
En cambio, los países de la Unión Europea y de la región de Asia Oriental y el Pacífico tienen una tasa media de homicidios casi seis veces inferior a la media (en torno a 1 por 100.000 habitantes).
Entre los factores que reducen la tasa de delincuencia se encuentran el nivel de prosperidad de un país, la eficacia de las fuerzas del orden, la escasa disponibilidad de armas (sobre todo de fuego) y la severidad de las penas por homicidio doloso.
Japón, por ejemplo, con una tasa de 0,2 homicidios por cada 100.000 ciudadanos en 2021, una de las más bajas del mundo, es un país próspero que al mismo tiempo aplica una normativa muy estricta sobre la tenencia de armas