HONDURAS. Los primeros rayos del sol apenas caen en “La Ciudad de las Colinas” y en el taller artesanal de doña Elda Orfilia Mejía ya huele a rosquillas recién salidas del horno.
En la colonia El Arenal de Danlí, El Paraíso, la producción de rosquillas es parte del diario vivir, de la cultura y del orgullo local que representa la historia de éxito de una mujer emprendedora que convirtió el oficio, que le enseñó su mamá, en una pequeña empresa.
A sus 64 años, doña Elda es la dueña de una receta de rosquillas heredada por varias generaciones de mujeres que le sirvió de inspiración para su emprendimiento.
“Crecí haciendo rosquillas junto a mi mamá, luego me casé y me dediqué a las labores del hogar, pero un día, por la necesidad de contar con un ingreso extra, le dije a mi esposo que quería hacer rosquillas. Él me dio 700 lempiras y con eso iniciamos”, relata doña Elda.
Sus cuatro hijos, tres varones y una niña, fueron los que se dedicaron a comercializar las rosquillas vendiéndolas por los barrios y colonias de Danlí, donde de inmediato se volvieron famosas.
Ante la demanda de rosquillas, doña Elda comenzó a distribuirlas en las pulperías y mercaditos de la zona. “Contraté a mis primeras dos colaboradoras y aun hornero. Con el apoyo de mi esposo y mis hijos fuimos creciendo, hasta establecer un pequeño taller”, recuerda la emprendedora.
Bautizaron el negocio como “Rosquillas Mariela”, por el nombre de su única hija mujer y, formalmente, a partir del año 2004, la elaboración de rosquillas se convirtió en la actividad económica de la familia y en fuente de empleo para cinco personas.
Los años pasaron y los hijos de doña Elda formaron su propia familia e involucraron a sus respectivas parejas en el negocio familiar que cada día crecía más. Marrique Leonel, uno de los hijos de doña Elda, contrajo matrimonio con Betsi Mairena, una joven con mucha visión y talento para los negocios que recién había obtenido el título de Perito Mercantil.
Buscando oportunidades de crecer
“Las rosquillas Mariela son un producto de gran calidad y nuestro deseo era venderlas en otros mercados, así que, junto a mi esposo, comenzamos a buscar la oportunidad de entrar a un supermercado”, expresa Betsi, quien asumió la gerencia de mercadeo de la empresa.
“No teníamos experiencia en ventas para supermercados. En el año 2017 comenzamos a tocar puertas y debo reconocer que lo veíamos como algo difícil de lograr porque teníamos que viajar de Danlí a Tegucigalpa en busca de las oportunidades, sin embargo, estábamos empeñados en lograr nuestro objetivo y darnos por vencidos no era una opción”, apunta Betsi.
Fue a mediados del 2019 cuando la llamada por la que esperaban llegó. Una ejecutiva de Walmart los invitó a una reunión en Tegucigalpa, donde conocieron el programa “Una Mano Para Crecer” (UMPC).
“Nos orientaron sobre cómo ingresar como proveedores, ese mismo día nosotros les llevamos la muestra de nuestro producto y de entrada les gustó mucho. Casi enseguida pudimos hacer nuestra primera venta a Walmart, que fue de aproximadamente 33 mil lempiras”, explicó Betsi.
Para la pequeña empresa Rosquillas Mariela, se cumplía el sueño de trascender a nivel nacional a través de la prestigiosa cadena de supermercados, la producción aumentó, ampliaron la cantidad de empleados y con el apoyo e impulso de Walmart, la familia comenzaba a planificar el próximo paso como empresa.
El camino al éxito se vislumbraba cada vez más cerca, cuando la pandemia del Covid-19 golpeó al mundo y Honduras no fue la excepción.
La incertidumbre, el temor y el desconocimiento sobre el virus, al igual que a miles de pequeños emprendedores, obligó a la empresa a suspender labores intempestivamente por casi seis meses.
“La pandemia fue un balde de agua fría, nos obligó a encerrarnos y durante 6 meses no vendimos ni una sola caja de rosquillas, la economía se venía abajo y fue cuando me comuniqué con mi comprador en Walmart, ellos me propusieron participar en dinámicas comerciales con nuevos surtidos y así pudimos levantarnos de nuevo”, cuenta Betsi.
Para la pequeña empresa fue un nuevo comienzo, el parón por la pandemia que los llevó a pensar en cerrar operaciones, se convirtió en una oportunidad de crecimiento. Las ventas aumentaron y Walmart se convirtió en el comprador del 80% de su producción.
Es así como suegra y nuera, tras 15 años trabajando juntas, se convirtieron en la cabeza de una empresa familiar exitosa, que se han propuesto como próxima meta exportar las Rosquillas Mariela al mundo.
“La humildad y perseverancia es nuestra clave del éxito, somos del interior de Honduras, tenemos un producto único, elaborado artesanalmente, pero sobre todo con mucho amor, nos sentimos orgullosos de ser proveedores de Walmart porque es una empresa que nos compra a un precio justo, pero sobre todo valora nuestro producto”, coinciden suegra y nuera.
“Una Mano Para Crecer es una iniciativa de Valor Compartido que busca promover el desarrollo de las comunidades y el crecimiento y fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas. Nos sentimos felices de extender nuestra mano amiga a las Pymes para avanzar y crecer juntos”, comenta Lynda Marín, subgerente de Asuntos Corporativos de Walmart en Honduras.
Actualmente Walmart apoya 61 pymes, enfocando los esfuerzos en promover el empoderamiento económico de la mujer, de manera que el 26% de estos emprendimientos son liderados por mujeres. Las pymes hondureñas generan 960 empleos directos y venden 372 productos en las 111 tiendas a nivel nacional.
Walmart, a través de sus programas Una Mano para Crecer y Tierra Fértil, brinda múltiples ventajas a las pymes manufactureras y los productores agrícolas proveedores de sus supermercados, tales como acceso a un mercado seguro y creciente, capacitación técnica, pronto pago, acceso a la Oficina del Mediador, acompañamiento y enlace con todas las áreas de la compañía, entre muchos otros beneficios. Walmart Centroamérica mantiene relaciones comerciales con 1,086 proveedores pymes beneficiando a más de 24,300 familias y generando más de 19,300 empleos directos.