¿La llegada de la llama podrá avivar la pasión en Francia por los Juegos Olímpicos? A menos de tres meses de su inicio, la apatía de los franceses por París-2024 podría socavar un espíritu olímpico mundial ansioso de un nuevo impulso.
“La llegada de la llama encenderá los corazones”, prometió el presidente francés, Emmanuel Macron, en una reciente entrevista al diario La Tribune Dimanche, asegurando que había más “desconfianza” en Londres-2012 o Tokio-2020.
Un sondeo de Elabe alertaba el martes que, aunque el entusiasmo entre los franceses progresa ligeramente al 24%, la “indiferencia” reina entre un 46% y el 30% restante se muestra “escéptico”.
“El entusiasmo progresará y es normal que aumente hasta el final”, estimó este miércoles en la radio France Inter el presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (COJO), Tony Estanguet.
Para el triple medallista olímpico, la llegada de la llama este miércoles a Marsella es “un momento fuerte”, pero el “verdadero pistoletazo de salida” será la ceremonia inaugural del 26 de julio y las primeras competencias.
“Estamos en la misma situación que en los Juegos Olímpicos anteriores”, según la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, que apunta al clima de “contestación” previo a Londres-2012.
“El verdadero punto de inflexión para el Reino Unido fue la aparición de la reina Isabel II con James Bond durante la ceremonia inaugural. Y luego, cuando empezó a ganar medallas”, agregó.
– “UNA NUEVA ERA” –
El apoyo popular, como reconoció Macron, es un factor de “preocupación” para los organizadores. Más allá de los récords deportivos o la inédita ceremonia inaugural en el Sena, el éxito de los Juegos también dependerá de ello.
El rechazo popular obligó a Hamburgo y Budapest a retirar sus candidaturas para acoger la cita olímpica en 2024, que, con la salida de Roma, dejaron como únicas candidatas a París y Los Ángeles.
El cuestionamiento social supuso un mazazo para el Comité Olímpico Internacional (COI), que decidió en su reunión de Lima en 2017 asegurarse la edición de 2024 en París y conceder a su vez la de 2028 a Los Ángeles.
Poco después cambió el modelo de elección para esquivar las reticencias a uno basado en un “diálogo” con una candidata “preferencial”, que convirtió en 2019 a Brisbane en sede de los Juegos en… 2032, sin rivales.
Esta evolución se inscribe en la “especie de auditoría” lanzada por el presidente del COI, Thomas Bach, cuando llega al cargo en 2013, para analizar por qué las candidatas tiran la toalla, explica el especialista del Olimpismo Éric Monnin.
“Nos damos cuenta entonces que el sistema olímpico internacional llegó al límite” de un modelo lastrado por los elevados costos de ser sede y los “elefantes blancos” –infraestructuras construidas para acoger los Juegos y abandonas después–, agrega.
Este análisis dará luz a las Agendas 2020 y 2020+5 sobre el “futuro del Movimiento Olímpico”. “La primera olimpiada con esta lógica es París-2024”, “una nueva era que comienza”, apunta el también vicepresidente de la universidad francesa Franche-Comté.
– “ILUSORIO” –
El modelo de París-2024 busca limitar el costo, construyendo únicamente infraestructuras como piscinas o la Villa Olímpica que tendrán un uso justo después, reducir su huella carbono y ofrecer un “herencia” inmaterial, como el baño en el Sena.
Pero el costo mayor de lo esperado para las arcas públicas, el elevado precio de sus entradas, la inquietud sobre el transporte y la seguridad en un contexto geopolítico tenso y el divisivo clima social en Francia lastran el entusiasmo popular.
Las autoridades lo achacan a la idiosincrasia francesa, una mezcla según Macron de “premeditación pesimista” y “deseo de audacia”, y estiman que los Juegos lograrán solventarlo y que incluso servirán de bálsamo a una dividida sociedad.
“El espíritu francés es un espíritu rebelde, un poco revolucionario”, explica Monnin, también miembro de la comisión de Educación Olímpica del COI, convencido de que los Juegos servirán para unir a los franceses.
En la memoria colectiva de Francia permanece la celebración con júbilo y unidad de la victoria en la Copa del Mundo del ’98 de su selección “black-blanc-beur” (negro-blanco-árabe), liderada por Zinédine Zidane.
En una tribuna en la revista L’Express en diciembre, el politólogo Jérôme Fourquet consideró no obstante “ilusorio pensar que los Juegos Olímpicos serán la ocasión de reparar Francia mediante fiestas y acontecimientos”.
Sus organizadores tienen ahora 79 días para que, como espera el presidente francés, la llama olímpica “encienda los corazones” de los franceses con su recorrido por todo el país, pasando de mano en mano de sus 1.000 relevistas.